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PAYED BY TWITCH

Alucina con las casas de los streamers españoles más cotizados

La comunidad española de Twitch vive en auténticas moradas de ensueño que poco tienen que ver con las habitaciones desde las que hacen sus streams

Ibai, en los premios ESLAND

Ibai, en los premios ESLANDHara Amorós / Fan Content

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Twitch se ha convertido en la plataforma favorita (y la más rentable) de los creadores de contenido. Tan grande es su éxito que a algunos les ha dado el beneficio económico suficiente como para mudarse a la casa de sus sueños (aunque después solo hagan uso del cuarto de videojuegos). Hoy hacemos un repaso a algunas de las más llamativas.

ElRubius es dueño de un chalet en una de las millas de oro de Madrid, y supera los 900 metros cuadrados. Pero por asuntos personales decidió, como él dice, irse ‘a tomar por culo’ (o sea, a Andorra). Exactamente, a una casa de lo más modesta, sin importar que se pudiese permitir algo mucho más sofisticado.

 

Sin duda, una de las casas favoritas de los aficionados a Twitch es la de Ibai Llanos, que está localizada en Barcelona. No había una mansión de lujo mejor que aquella en la que vivió Samuel Eto’o. No le falta de nada: pista de tenis, cancha de baloncesto… ¡E incluso una sala de cine! Eso sí, Ibai es generoso y comparte su ‘oficina’ con otros streamers VIP.

 

Otra de las casas más top es la de Nil Ojeda: un apartamento dúplex en pleno corazón de Madrid. Resulta increíble que un chico que apenas ha estrenado la veintena tenga un casoplón como este. No extraña ni lo más mínimo que lo califique como ‘el apartamento de sus sueños’.

 

Hace ya tres años que Paula Gonu decidió salir de la habitación en la que hacía sus vídeos de TikTok para mudarse a su propia casa en el centro de Barcelona. Es un dúplex con todo tipo de comodidades, y que le permite tener su propio espacio para bailar, streamear o hacer lo que le venga en gana. La decoración es tan ‘cute’ como ella.

 

¿Quién será el próximo streamer que se mude a un palacete de lujo? Aquí a todo se le llama palacio, pero es que, acostumbrados a los zulos compartidos de Madrid o Barcelona, ¡cualquier cosa parece una mansión!

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