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Las barreras arquitectónicas a veces son menos graves que las sociales

Cómo es salir de marcha en silla de ruedas

Las barreras arquitectónicas a veces son menos graves que las sociales. Salir de marcha en silla de ruedas implica ir con un grupo de personas que te dobla la estatura. Porque como dice Gonzalo, “Ahora mi punto de vista es de un niño de 10 años, mido 140”.

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Participar en las conversaciones nocturnas es más difícil si vas en silla de ruedas. Esto no tiene nada que ver con los bordillos de las aceras o con los ascensores. Es una cuestión del volumen de la música en las discotecas y de cómo se mueve la gente cuando sale de marcha.

Marta comenta que ahora se están poniendo muy de moda los locales con mesas altas y taburetes. Esto hace que si entra una persona en silla de ruedas, automáticamente se quede relegada en un nivel inferior, su altura no tiene acceso a la mesa y le costará mucho seguir la conversación de los demás.

Los conciertos y festivales de música están obligados por ley a disponer de una plataforma especial para que las personas en silla de ruedas puedan disfrutar del evento. Sin embargo, son lugares lejanos donde la visibilidad es peor.

Pero lo más frustrante de estas plataformas es que solo se puede acceder con un acompañante ¿qué pasa cuando una persona en silla de ruedas quiere disfrutar de un concierto con el resto de sus amigos? Según Marta, “Esto nos aísla en un gueto de gente con silla de ruedas, sin amigos”.

Estas cuestiones no tienen tanto que ver con las barreras arquitectónicas típicas, sino en cómo pensamos nuestra sociedad y como en algunos aspectos las costumbres sociales de la mayoría chocan contra la integración total de algunas personas con problemas de accesibilidad.

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