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LLEVA AÑOS PETÁNDOLO CON SURREALISMO Y UN HUMOR CASI INOFENSIVO

Conoce a Marc Vives, el nieto no reconocido de André Bretón

El surrealismo fue una corriente liderada entre otros por André Bretón. Casi un siglo más tarde y en un mundo en que el capitalismo lo deglute todo hasta hacer indistinguible el arte de la publicidad, aún queda una aldea irreductible donde habitan personas que mantienen viva la llama original de esta vanguardia artística.

-Marc Vives

Marc VivesAgencias

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Hay personas que son capaces de que su genialidad convierta en indistinguible una acción artística de un gesto cotidiano extraordinario. Ese es Marc Vives.

Al conocer a Marc no piensas automáticamente: “Este tío es un artista”. De hecho, piensas que podría ser mil cosas. A pesar de lo injusto de la expresión, a priori, Marc parece un tipo normal.

La razón para dedicarle un artículo tiene que ver con su dilatada obra en la que el dadaísmo y el surrealismo están presentes pero adaptados a los tiempos extraños que nos han tocado vivir.

Pero lo cierto es que puedo aportar una anécdota personal que explica casi mejor que su propia obra porqué Marc es un genio y no deberías tardar en interesarte por su obra.

Hace unos años y durante un viaje que hice a Barcelona, me hospedaba en un piso de una amiga donde Marc también vivía. Yo tenía una habitación al lado del salón.

Una noche salimos y terminé liándome hasta muy tarde. Llegaría como a las cinco de la mañana al piso y a pesar de que me habían dejado muy claro cómo funcionaba el mecanismo de cierre de la puerta y cómo había una cerradura que NO debía echar porque impediría que alguien abriera con su propia llave, no lo hice.

Cuando llegué estaba solo, no habían llegado ni mi amiga (que había salido por su lado) ni Marc, que al parecer también. Decidí acostarme tranquilo porque al día siguiente lo que tenía que hacer no empezaba hasta las doce.

En un momento dado, un extraño y repetitivo ruido me sacó de mi letargo. Miré el móvil sin entender mucho si era una alarma. Tardé un rato en darme cuenta de que era el timbre de la casa sonando con una frecuencia que indicaba una cierta desesperación.

Cuando caí en la cuenta, me di cuenta de que se trataba del porterillo. Me asomé y vi a Marc desesperado. “¡Abre!”. Abrí abochornado y cuando llegó al piso ni siquiera hizo falta que le preguntara. Me dijo: “Llevo dos horas abajo porque has cerrado la puerta desde dentro y no podía abrir”. Me disculpé y contestó con lacónico: “No pasa nada”.

Al día siguiente, volvimos a salir. Tenía la lección más que aprendida. Esta vez llegué a las 4 de la mañana y de repente al llegar al salón vi una mesita que antes no había un sandwich de jamón york y queso y un zumo de naranja.

Estaba a la suficiente distancia de mi habitación como para considerar que NO era para mi. Pero, ¿qué hacía allí aquello? ¿se lo iba a comer alguien? Busqué por la casa por si hubiera alguien. En un momento dado me sentí un poco ridículo, ¿y si me pillan en su habitación? ¿Cómo y por qué iba a explicar qué hacía allí? ¡Pues claro que no era para mi!

Pero después de un rato comencé a darle vueltas al tema. Tenía hambre y con mucho gusto desearía comerme aquellas viandas. Llegué a la conclusión de que era un dilema. De que era una ACCIÓN ARTÍSTICA de Marc.

Al ponerme por delante algo tan deseable para cualquier persona que llegara de fiesta, me estaba planteando una ecuación: nadie que hubiera sido sometido a la putada de estar dos horas sin poder entrar en su casa tendría un gesto así de cariñoso con otra persona. Al mismo tiempo, era absurdo pensar que alguien se iba a preparar una cena con carácter retroactivo y la iba a colocar en el extremo contrario de su habitación.

Claramente, era una invitación a hacerme pensar sobre lo que había sucedido la noche anterior. Durante un buen rato medité qué hacer hasta que llegué a la conclusión de que debía intervenir la obra. Si lo dejaba intacto, él sabría que yo habría obviado la acción pero siempre le quedaría la duda de si lo vi o si simplemente consideré que aquello no me correspondía.

En cambio, si me comía el sandwich y me tomaba el zumo, estaba completando su genialidad. Estaba enviándole un mensaje y además estaba reforzando mi papel como CABRÓN capaz de cerrar mal una puerta y dejar encerrado al inquilino original de una casa al mismo tiempo que comiéndome una cena que NO me correspondía. Y tal cual lo hice. Me lo comí.

Esta anécdota habla muchísimo del trabajo de Marc. Durante años hizo pareja artística con David Bestué. Su relación profesional terminó en 2012 cuando vendieron 'Contrato', una pieza que implicaba un acuerdo contractual por el cual si un galerista decidía comprar el documento del acuerdo, ambos se realizarían una felación mutuamente. Carlos Vallejo lo adquirió y pusieron fin a su relación.

Pero antes nos habían dejado maravillas como esta:

 

Acciones de casa plantea una serie de acontecimientos surrealistas sucedidos en un ámbito doméstico. Desde la idea de usar un microondas como lámpara para leer hasta un trozo de melón que se puede utilizar como teléfono.

El vídeo, que dura media hora es una muestra de un trabajo más amplio que luego se vio ampliado con otro denominado 'Acciones en Mataró', donde los artistas también exploran la ejecución y el registro de acciones, en este caso en la calle, que son intervenciones mínimas y temporales en bancos, ventanas, puertas o rincones de la trama urbana. En el conjunto, hay una narración entorno a la mitología personal y las subjetividades sin control.

Actualmente, Marc Vives está a cargo del programa de residencias de la FabricadeCreaciónArtísticaenSabadell y co-dirige Graf, una herramienta para la coordinación de los creadores contemporáneos en Catalunya.

Además, probablemente siga deleitando a amigos y extraños con algunas de sus obras de arte más preciadas: acciones inesperadas que nos recuerdan que el mundo es más bonito si lo imaginamos desde lugares no convencionales que nos ayuden a pensar quién carajo somos.

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