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Cuarto y mitad de armas inteligentes

Gerardo Tecé reflexiona sobre las armas de guerra que va a vender el Gobierno español a Arabia Saudí.

-Imagen de archivo de una tienda de armas

Imagen de archivo de una tienda de armasAgencia EFE

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Es una de las noticias de la semana. El Gobierno español va a venderle armas de guerra a Arabia Saudí. Arabia, para quien no lo conozca, es un país de la península Arábiga que respeta los Derechos Humanos lo mismo que Esperanza Aguirre un control policial o Álvaro Ojeda un diccionario. Y bueno, para seguir complicando las cosas, resulta que Arabia tiene en estos momentos unos problemillas con su vecino Yemen. Digamos que Arabia estaría matando un poco a algunos yemeníes. Llegados a este punto, en principio, uno tendría claro que venderles armas a estos tipos de Arabia, es algo peligroso y poco ético, pero para nada. Resulta que, como varios ministros han explicado durante la última semana, estas armas que vamos a venderles a Arabia, son muy inteligentes. Muchísimo. Es un espectáculo verlas. ¿Se acuerdan de aquel niño prodigio con gafas que iba a Crónicas Marcianas a demostrar lo listo que era? Pues algo parecido. El otro día, durante unas pruebas, mandaron a uno de estos misiles de guerra inteligentes al kiosko a por el Marca y volvió con una suscripción a National Geographic. No queda ahí la cosa. Este fin de semana, sin ir más lejos, un lanzagranadas listísimo acertó 14 en la quiniela. Le falló el Atlético de Madrid para hacer pleno al 15, pero claro, quién se iba a imaginar que el Atleti fuera a pinchar en casa contra el Eibar. Una cosa impresionante.

Además de ser muy inteligentes, las armas que vamos a venderles a nuestros amigos de Arabias, tienen una puntería tremenda. Lo explicaba con mucho rigor el ministro de Exteriores. Es una cosa divertidísima ver cómo sólo aciertan contra los malos. Tú le dices al misil: búscame un malo malísimo y te lo cargas. Y allí que va él, surcando el cielo para dar de lleno contra los malos, que no se llaman así por casualidad, sino porque son muy malos. Nosotros y Arabia seríamos los buenos. Esto es una cosa importante que está bien recordar, aunque el misil, debido a su gran inteligencia, ya lo sabe de sobra. El método de dar con los malos es muy sencillo: tú sobrevuelas Yemen y le dices a la bomba, “oye, churri” (les gusta que uses con ellas términos cariñosos), vete a por un malo malísimo, pero no vayas a hacerle daño a los quince niños que el malo malísimo tiene en 300 metros a la redonda. Entonces, churri se dirige hacia el malo malísimo y pum, lo mata de un golpe seco, como una colleja de kárate, sin explosión, ni onda expansiva, ni piernas de niños inocentes saltando por los aires a cambio de cuatro monedas que nosotros saquemos con esta venta, ni nada de nada. Es un gustazo ver el espectáculo de las bombas inteligentes y con puntería, de verdad.

Pero a pesar de esto, siempre hay gente para todo y hay quien se queja de que les vendamos armamento a los de Arabia Saudí, a pesar de la tremenda inteligencia y puntería de estas bombas. “No, es que no me parece bien que por cuatro duros vayamos a mancharnos las manos de sangre”, “Es que nuestra ley dice que esta venta es ilegal” y demás sandeces que, por culpa de que vivimos en un país no tan avanzado como Arabia, tenemos que escuchar. A ver, la parte de mancharnos de sangre ya está más que explicada: es imposible que nuestros coleguis de Arabia vayan a equivocarse y matar a alguien que no sea del grupo de los malos malísimo, esos que llevan una camiseta reflectante por la calle donde pone en grande M.M. (malo malísimo). Esto está descartado. ¿La ley? Bien. Es cierto que nuestra ley prohíbe de manera clara vender armas de guerra a países en conflicto o que no respeten los Derechos Humanos, como Arabia, aunque las bombas tengas tres carreras y dos postgrados. Pero bueno, a ver… Cumplir las leyes está bien, no es malo, pero tampoco hay que estar ahí todo el día cumpliendo leyes como obsesos, no sé si me explico. La línea entre lo sano y la obsesión es muy fina y está bien que, de vez en cuando, nos pasemos un poco por el forro algunas leyes, sobre todo si se trata de cosas con tan poca importancia como la venta de armas.

Conclusión: relájense, no sean tan peleones por todo (lo más bonito es la paz) y confíen un poco en el criterio de nuestros políticos y sus amigos saudís, que son tan inteligentes y tienen tanta puntería en las cosas que hacen, como un pepino de esos que les vamos a vender.

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