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JUSTO CUANDO ISABEL PREYSLER ENTRARÁ AL LADO DE MARIO VARGAS LLOSA

Fui al Museo de Cera de Madrid a revivir los miedos de mi infancia

Hay un lugar en Madrid al que me llevaban frecuentemente de niño y que no he vuelto a pisar en los últimos 30 años. Un rincón de la ciudad que resulta legendario e inquietante al mismo tiempo. Pasé una tarde en uno de los lugares más emblemáticos -y aterradores, y cutres, y divertidos- de la capital.

-El Museo de Cera de Madrid toma medidas a Isabel Preysler

El Museo de Cera de Madrid toma medidas a Isabel PreyslerMuseo de Cera de Madrid (Twitter)

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En ocasiones motivo de mofa y escarnio por lo grotesco de muchas de sus figuras, pero también provisto de un indudable encanto kitsch. Un rincón al que he querido regresar para volver a verlo con ojos de adulto y de paso comprobar si:

a) Me gustaba simplemente porque era un niño y, por tanto, flipaba con cualquier mierda, o...

b) Se trata de una visita más que recomendable, y cuando menos garantiza unas sonoras risas.

Ubicado en una galería subterránea de un edificio de la céntrica plaza de Colón, el Museo de Cera difícilmente aparecería en ninguna guía con los imprescindibles de Madrid para los turistas ávidos de conocimientos culturales.

Y, sin embargo, los que lo hagan se llevarán a casa un mosaico más completo y representativo de la sociedad española que dándose una vuelta por el Prado o el Reina Sofía. Porque aquí están representados más de 450 personajes de nuestra gloriosa historia, nuestra influyente cultura, nuestros ídolos deportivos… y un poco toda figura pública que alguien decida que merece ser representada en cera con una fidelidad, a menudo, más que dudosa.

Futbolistas en el Museo de Cera
Futbolistas en el Museo de Cera | Dani Cabezas

Porque he ahí el quid de la cuestión: en el Museo de Cera hay muñecos que se parecen muy (pero que muy) remotamente a sus alter egos de carne y hueso. Lejos de ello, se torna necesario confirmar con el pertinente letrero y el contexto que, efectivamente, estamos ante Pau Gasol y no junto a un tipo muy alto con muy mala cara, o que ese otro que abre la boca hasta límites imposibles es Iker Casillas y no un cocainómano pasado de vueltas.

“A Manolo Escobar no le gustó su figura. Los responsables del Museo la llevaron a la Casa de Campo y la dinamitaron ante él”

Pero empecemos por el principio. El Museo de Cera abrió sus puertas el 14 de febrero de 1972 -pretendía ser algo romántico, ya sabéis-, a manos del entonces ministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez-Bella, quien se encargó de cortar la cinta inaugural.

El lugar no tardó en dar sus primeros y gloriosos titulares: apenas un año después, en 1973, se confeccionó la figura de Manolo Escobar. Al cantante, en aquel momento un auténtico semidiós, no le gustó un pelo el resultado, así que los responsables decidieron destruirla. Eso sí, a lo grande: se la llevaron a la Casa de Campo y la dinamitaron delante del autor de ‘Que viva España’.

Precisamente, ese tufo a la España más rancia ha acompañado al Museo de Cera desde su fundación. En 1983, el director del museo, José María Izquierdo Pascual, fue detenido por su relación con grupos ultraderechistas vinculados a atentados terroristas.

Y su sucesor y actual responsable de prensa, Gonzalo Presa Hidalgo, es un reconocido franquista. Todo ello no hace sino otorgarle al Museo una pátina más (si cabe) de hedor a naftalina que, para qué negarlo, le añaden encanto a la cosa.

En los últimos tiempos, el Museo no ha dejado de protagonizar algún que otro titular. Un vídeo reciente de YouTube recogió el momento en el que el propio Presa Hidalgo intentó, sin éxito, tapar a una activista feminista durante la inauguración de la figura de Donald Trump.

Hay quien considera que se trató de un burdo montaje del propio Museo para darse publicidad, dado que Femen ni siquiera reivindicó la acción. Juzguen ustedes mismos.

 

“Hazme una foto con Franco”

Entrar al Museo cuesta 19 euros del ala, 12 si tienes más 65 años o menos de 12, algo bastante habitual. No hay un día gratuito, como en otros museos, porque el de Cera es una entidad completamente privada. Aquí mandan los dueños.

Lo que uno se encuentra nada más traspasar el umbral del Museo de Cera es de sobra conocido. Ante tus ojos desfilan una amalgama de figuras de toda condición: históricas, de la farándula, del deporte o de la cultura.

Todas, dispuestas con un cierto orden que a menudo se rompe sin previo aviso: desconcierta especialmente un Antonio Banderas ubicado en medio de la zona histórica o unos Brad Pitt y Angelina Jolie a escasos centímetros de Calderón de la Barca.

Franco y el rey Juan Carlos I
Franco y el rey Juan Carlos I | Dani Cabezas

Al recorrer la intrincada galería del Museo de Cera, al visitante le invade una sensación de inquietud. Es un lunes por la tarde, por lo que apenas hay gente. Y sin embargo, uno se siente observado constantemente por todas esas figuras. Sí: da mal rollo. El escaso público es de todas las edades, y se muestra maravillado. “Hey, tía, hazme una foto con Franco”, le pide un joven a su pareja. Le agarra del hombro cariñosamente y posa con seriedad ante el desdibujado caudillo. “Esta, 'pal' Instagram”

Vas al baño y a tu lado hay una figura de cera orinando

Mención aparte merece la galería del crimen, que reconstruye algunos de los asesinatos más celebres de la historia negra de España. Y todo acompañado con una ambientación específica para cada sala. Joder, mola tanto como recordaba. Incluso vas un momento al baño y el mal rollo sigue cuando descubres que el tipo que estaba meando a tu lado también es una figura de cera.

Los baños
Los baños | Dani Cabezas

Tras montarme en el tren del terror, que produce precisamente esa sensación por lo deteriorado de algunas de las figuras y el volumen absurdo de los altavoces, me cuelo en el taller del museo. He tenido suerte: allí hay varios de los artesanos trabajando en las que serán las próximas estrellas del lugar: el patinador Javier Fernández y el actor Jorge Sanz.

“Si todas las figuras fueran perfectas, el Museo no tendría ni la mitad de gracia”

“Me dan una fecha de entrega y yo me organizo”, me explica uno de los escultores. “No es sencillo decir cuánto tiempo requiere cada figura, porque cada una es distinta: algunas son mucho más difíciles que otras. Además, trabajas a partir de una fotografía de Internet y te tienes que buscar la vida”. Hay que decir que el trabajo de escultores como éste, que lleva casi dos años prestando sus servicios al Museo, se nota en figuras como la del citado Donald Trump.

Los Simpsons de cera
Los Simpsons de cera | Dani Cabezas

Pese a esa mejora, me lanzo al vacío y le pregunto por lo que todo el mundo está pensando: hay quien dice que muchas figuras son una mierda. ¿Qué opina él?

“Hay que decir que no es nada fácil. Pero además, este museo empezó un poco a la aventura, sin tener ningún referente, y fueron aprendiendo sobre la marcha. Es por ello que algunas de las figuras son auténticos desastres y se parecen más a las muñecas de famosa que al famoso en cuestión”, bromea.

“Pero no me negarás que también tienen su encanto: de hecho, si todo fuera absolutamente perfecto no tendría ni la mitad de gracia”. Razón no le falta. Y es por ello que, aunque sea una vez en la vida, todo aquel que pase por Madrid tiene una cita obligada con el Museo de Cera. Merece la pena.

***

Antes de terminar este artículo, veo en Twitter que el Museo de Cera, en estos días, toma medidas a Isabel Preysler para que su figura de cera pose al lado de su actual pareja y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

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