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Y no lo sois, queridos

Hombres que se creen actores porno en la cama

Ni vosotros sois Nacho Vidal con su tremenda ‘personalidad’, ni nosotras somos réplicas de Almudena Cid pudiéndonos llevar las dos piernas detrás de las orejas sin perder la sonrisa.

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Nunca dejará de sorprenderme el daño que ha hecho la industria pornográfica a las relaciones sexuales del día a día. Bueno, aunque bien es cierto que no todo el mundo folla (practica el coito, para los más puritanos) cada 24 horas. Pero todos me habéis entendido, creo yo.

Me refiero a esos polvos (me voy a ver negra para encontrar sinónimos a lo largo de este picante artículo) de estar por casa, esos que echamos las personas como tú y como yo. Simples encuentros sexuales que varían dependiendo de nuestro estado de ánimo, de la hora a la que hayamos llegado de trabajar y/o de la que sonó el maldito despertador.

Porque en el mundo real, el de las reuniones, los atascos y el de sacar un hueco para bañar a los niños o para conectarse a Tinder para buscar a un posible candidato que se convierta en el padre de los tuyos, el sexo es un lujo. En serio. Las parejas buscan huecos en sus agendas laborales y sociales para echar un casquete que les haga seguir creyendo que lo suyo funciona y los solteros recurrimos al ‘sábado sabadete’ para continuar dentro del mercado del amor.

El porno es porno

Sin embargo, todos sacamos tiempo para vernos alguna que otra escena pornográfica en el móvil y fantasear con un encuentro sexual que esté a la altura del que acabamos de ver. Error. El porno es porno. Algo que muchos no saben o prefieren ignorar.

Es por todo lo anterior que los humanos no ponemos metas inalcanzables cuando nos metemos en la cama. Corrijo, los hombres. Las mujeres, según nos han enseñado las películas erótico/festivas/sexuales, ‘solo’ debemos poner cara de estar gozándolo grado máximo, gemir muy alto y muy agudo (como para que se rompa toda la vajilla de tu vecina del tercero), embutirnos en ‘bodys’ lenceros incomodísimos y depilar nuestras partes íntimas como si pareciese que allí nunca habitó pelo alguno.

Escupir machismo

Sin embargo, los hombres se llevan la peor parte en el terreno de la pornografía. Los que la ven, digo. En serio. Se han criado con escenas en las que Nacho Vidal (y compañía) tiene erecciones de una hora y media, escupe (literal) verdaderos insultos por su boca a las chicas con las que practica sexo y derrocha machismo por todos sus poros. El problema, queridos, es que seguís creyendo que eso es lo que nos gusta a las mujeres en la cama.

Cuando una mujer soltera se acuesta con un hombre (de las casadas no puedo hablar) se encuentra, en muchos casos, con réplicas cutres de actores porno. Y es un fastidio, que lo sepáis.

No me gusta que me metan el dedo en la boca, que me digan que he sido mala, que me den azotes inesperados que me recuerdan al tremendo daño que ha hecho la trilogía de ‘Cincuenta sombras de Grey’ al sexo en general, no quiero que me metan el pene en la garganta hasta que me entren arcadas ni tolero que me tiren del pelo.

Todas y cada una de las cosas que acabo de enumerar aparecen en muchas de las escenas pornográficas que recorren internet. Genial. El mundo del cine es libre y el pornográfico también, pero no es eso lo que las mujeres demandamos en la cama.

No hablaré por boca de todas, pero creo que lo único que una mujer quiere cuando se acuesta con un hombre es respeto, diversión y, a poder ser, placer. Vaya, lo mismo que ellos, ¿o no?

Nunca lo he hecho, pero a veces me dan ganas de saber cómo reaccionaría un hombre si yo me comportase en la cama como una actriz porno. Gritando que he sido mala, que necesito mi medicina, que me azote, moviendo mi melena de un lado a otro, poseída cual niña de El Exorcista. Os aseguro que más de uno saldría corriendo espantado. Otros estarían encantados. No lo dudo.

No me gusta que un hombre crea que tiene que demostrarme que puede aguantar con el pene erecto toda la noche. No porque no me lo crea, sino porque no quiero acabar en urgencias. No me gusta que me escupa en el clítoris como si fuese un futbolista corriendo durante un partido. O por lo menos que me pregunte primero. Como tampoco soporto que se crea que soy una contorsionista retirada de El circo del Sol y me manipule como si estuviese hecha de blandiblú.

Es por esto que creo que sería bueno que la industria cinematográfica pornográfica incluyese un rótulo al inicio de cada escena en la que pudiese leerse “Advertencia, lo que usted va a ver a continuación es fruto de la imaginación de unos guionistas muy cachondos. No repetir en casa, por favor”. Gracias.

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