@DIOSTUITERO
La madre de Schopenhauer
Diostuitero nos cuenta la historia de Johanna Schopenhauer, la primera mujer alemana que vivió de forma profesional de la escritura, y su tormentosa relación con su hijo.
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"Saber que eres feliz es algo necesario para mi felicidad, pero no necesito ser testigo de ello", escribió un día Johanna Schopenhauer a su hijo, el conocido filósofo Arthur.
Éste, a su vez, cuando apenas era un niñato desconocido, le espetó: «Algún día tú sólo serás conocida por haberme engendrado".
Y es que Arthur Schopenhauer, a pesar de que sólo logró el reconocimiento en los últimos años de su vida, siempre se creyó un genio.
Su madre Johanna estaba hasta el gorro de él y le acabó echando de casa. Durante sus últimos 24 de años de vida no se vieron, y las cartas entre ambos no tienen desperdicio.
En contra de lo afirmado por su hijo, Johanna Schopenhauer es una figura que merece ser conocida por sí misma. Culta, valiente, generosa, talentosa, y algo egocéntrica también, fue la primera mujer alemana que vivió de forma profesional de la escritura. Johanna dejó una obra extensa compuesta por novelas, biografias, relatos, artículos, diarios, libros de viajes…
En su época fue toda una celebridad. Cuando las tropas francesas invadieron Weimar, no quiso huir, al comprobar que no disponía de caballos suficientes para que lo hicieran también sus criados más fieles, y se quedó con ellos haciendo frente a la soldadesca y organizando al personal.
Eso le valió el aprecio y admiración de sus paisanos, y, una vez recobrada la normalidad, se convirtió en la anfitriona de la tertulia literaria más famosa de todo el país, a la que acudían los más destacados intelectuales del momento, incluyendo los mismísimos Schiller o Goethe.
A diferencia de su hijo, Johanna era todo optimismo y vitalidad. Enviudó pronto y, desde entonces, para ella el bien más preciado fue su libertad.
Dicen que, a pesar de las broncas, Arthur guardó toda su vida en su habitación un retrato de su madre Johanna, que le inculcó el amor por los libros y el conocimiento y le quiso, sí, pero lejos.
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