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fundación Psicología sin Fronteras trabajan a diario

¿Puede la psicología cambiar el mundo?

Un grupo de psicólogos y especialistas buscan darle sentido personal a lo que ocurre de manera general. Acompañan, guían e intervienen para cambiar el contexto que enferma al individuo.

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En la fundación Psicología sin Fronteras trabajan a diario con tres lemas fundacionales.

Luther King, Pablo Neruda o Martín-Baró inspiran los programas que han creado para poder intervenir a diario. Las frases versan sobre el contexto, el cambio y el dolor. Porque si en algo creen los psicólogos y voluntarios que participan de este proyecto es en la necesidad de distinguir la situación de la persona.

Guillermo Fouce, presidente de la fundación, asegura que tienen un espíritu de inquietud basado en la necesidad de cambiar la realidad. Habla de la soledad, de la pobreza, de las tragedias como la del niño que cayó a un pozo en Totalán. La psicología pierde solemnidad con ellos.

El activista estadounidense Martín Luther King aseguraba que para cambiar a una persona primero había que analizar y modificar su contexto. La teoría de que el sistema es el que está enfermo y no el sujeto.

El trabajo que realizan no distingue fronteras. Tras la experiencia adquirida en distintas intervenciones nacionales pusieron el foco en Sudamérica. En el ámbito internacional tienen dos acciones: una formativa y la otra de colaboración puntual ante crisis humanitarias, inundaciones y terremotos.

Aquí bien podría aplicarse la frase de Neruda que utilizan como un estandarte de sus objetivos. “¿Quiénes son los que sufren? No lo sé pero son los míos”, escribió el poeta chileno. Muchas de las técnicas que aplican en intervención social las trajeron de allí, donde encontraron que las redes humanas en situaciones de crisis parten de una conciencia más generalizada.

Durante los últimos años Fouce nota una sensación de crisis permanente. “Da igual a lo que tengas miedo, pero tenle miedo”. Como si estuviésemos centrados en buscar las diferencias en lugar de encontrar aquello que nos une.

Al CIE de Aluche, en Madrid, lo llama el Guantánamo español. Un sitio donde no sabes a quién puedes encontrarte ni por cuanto tiempo. Extranjeros que están arraigados o que solo buscan prosperar. La inmediatez y lo concreto es el pan de cada día.

Entonces ¿puede hacer algo la psicología? Hay un dejo esperanzador, algo disimulado, en su respuesta. Guillermo Fouce considera que sí.

Que puede intervenir desde lo conceptual. Algo así como el ideario más tradicional de esta disciplina, pero también puede movilizarse. Inmiscuirse en los problemas más cotidianos de los individuos para, desde ese punto ínfimo que desencadena el dolor, generar el cambio.

Además de esa crisis del miedo, Guillermo Fouce, también detecta un índice de pobreza que se ha ido incrementado de una manera inadmisible.

Aquella premisa de que tener un trabajo significaba estar alejado de la pobreza ahora es una utopía. La inseguridad y la falta de estabilidad interfieren en la creación de un proyecto de vida y eso genera una crisis personal, propia pero de coyuntura social.

Es aquí donde aparecen fundaciones como estas, desde el deseo de ponerse en contacto con víctimas de cualquier índole para poder ayudar, consolar.

No buscan encontrar la patología que identifique a la persona con el hecho, sino acompañar en la búsqueda de un sentido a lo que ha pasado. Juntos trabajan por encontrar el significado que la persona le da a lo que le ha ocurrido. Esta modalidad ayuda también a tener una respuesta como sociedad.

El trabajo de esta fundación está orientado en acompañar a las víctimas y también a la ciudadanía. La falta de redes de apoyo a las que hace alusión Foucer, han conducido a la necesidad de una respuesta general que, de alguna manera, calme y tranquilice.

Buscan despatologizar al individuo, quitarlo del rol de enfermo enfrentándolo a los determinantes que lo han llevado a esa situación, como la desigualdad, la precariedad y la vulnerabilidad.

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