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Santa Rita, la santa que pidió a Dios que matase a sus hijos

Diostuitero nos cuenta la curiosa historia de una de las santas más populares de la Iglesia católica la protagonista del dicho popular: "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita."

Cuadro de Santa Rita en un convento de Cascia

Cuadro de Santa Rita en un convento de CasciaWikipedia / Dominio Público

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Santa Rita, además de una de las santas más populares de la Iglesia católica, es una de las que tiene una historia de lo más curiosa.

Sí, estamos hablando de la protagonista del dicho "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita."

Hay quien afirma que la frase proviene de una joven poco agraciada que rezó a la santa, abogada de las causas desesperadas para más señas, pidiéndole un novio. Y lo encontró, pero al cabo de unos meses la relación no prosperó, y fue entonces cuando la joven se lo recriminó enojada a la santa con esas palabras.

Pero pasemos a la historia de Santa Rita, que tiene miga.

Santa Rita de Casia nació en una aldea cerca de un pueblo llamado Cascia, en Italia, en 1381.

Siempre quiso ser monja, pero le obligaron a casarse con un hombre malvado que no paraba de maltratarla. El tipo tenía más haters que el fundador de Campofrío en una convención de veganos y fue asesinado en una emboscada callejera.

Rita y su maltratador tuvieron dos hijos. Pues bien, estos dos hijos, siguiendo la ley de la vendetta italiana, planeaban matar a los asesinos de su padre para vengar la afrenta. Fue entonces cuando la piadosa Rita, temerosa de que las almas de sus retoños ardiesen en el infierno para toda la eternidad, rogó a Dios que les quitase la vida antes de llevar a cabo su criminal propósito. Y así fue: Dios la escuchó, les envió una enfermedad y se los cargó.

Después de esto, y libre ya de cargas familiares, Rita pudo cumplir su sueño e ingresó en un convento.

Allí fue feliz: un día transformaba el pan en rosas, otro presumía de haber recibido el estigma de la corona de espinas en la frente, y, a menudo, hacía las delicias del personal con un numerito en el que varias abejas entraban y salían de su boca como si nada. Tenía a las monjas la mar de entretenidas Rita.

Su gran número final fue el día de su 76 cumpleaños, que se murió.

Su cuerpo se conserva hoy día (aunque muy deshidratado) en la Basílica de Santa Rita en el pueblo de Cascia, y es venerada en toda Italia. Un día de estos me paso por allí a saludar.

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