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Testimonios de opositores: Entre el sobreesfuerzo y vivir del cuento

Becaria recoge testimonios de distintas personas que se han enfrentado a unas oposiciones para ofrecer una amplia mirada a esta realidad laboral en nuestro país.

Imagen de archivo de una persona estudiando

Imagen de archivo de una persona estudiandoPhoto by Unseen Studio on Unsplash

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Hacer oposiciones no deja de ser un privilegio para quienes pueden permitirse presentarse a exámenes año tras año compitiendo contra cientos y miles de personas, sabiendo que lo más probable es que en la siguiente convocatoria tengan que seguir rascando.

Trabajar para el Estado es el sueño de casi cualquier mortal sin ganas de estresarse y que se conforma con vivir sin grandes aspiraciones, más allá de un sueldo relativamente justo, sin hacer horas extra gratis y, quien tiene suerte, dejándose caer un boli BIC, un paquete de folios de buen gramaje o papel higiénico de tres capas en el bolso, aunque el jabón de los dispensadores ya es más complicado afanarlo. El Estado no escatima en consumibles básicos de calidad y a algunos españoles que madrugan les gusta aprovecharlo.

De profesión: opositor

Dejando de lado las oposiciones a puestos de “alto standing” como notarios, registradores de la propiedad y otros perfiles para gente de buena familia, hacer test para optar a cualquier trabajo público demandado por gente de a pie, siempre ha ido de la mano de cierto elitismo. Opositar no está al alcance de cualquier mortal, aunque se trate para puestos que no requieran una gran capacidad intelectual. Para estudiar con una ambición estatal, en la mayoría de los casos para una media o baja cualificación, necesitas tiempo, energía y dinero. Armando (43), opositor reincidente a plazas de Correos y Ordenanza, que, con el ánimo de mejorar su precario puesto laboral a media jornada, me cuenta con humor: “Pruebo suerte como si fuera lotería de Navidad. No dejo de intentarlo porque un puesto público es para toda la vida, un sueldo garantizado y putean menos que en la privada, este es el quinto año que me presento". Hace más test que quinielas y reconoce que: “Me lo puedo permitir porque vivo con mi madre”.

Opositar sí, pero sin matarse

Raro es quien no conoce el caso de quien aprovecha para estudiar en los ratos muertos del trabajo, y que luego va de abanderado del esfuerzo y la superación personal, te habla de "el club de las 5 de la mañana" y de los hábitos de la gente altamente efectiva que leyó un día borracho después de atacar la sección de la autoayuda de Alcampo. Menos autosuperación barata y más pies en la realidad, que has estudiado el temario mientras cobrabas en otro trabajo, lo que se resume en "opositorismo", un huevo colgando y el otro lo mismo.

Estudiar estando de baja o en situación de desempleo

Sinónimo de tiempo y sustento básico para poder estudiar la turra de los manuales y la legislación estatal. Me cuenta Almudena (35) que tenía dos años de paro y se presentó a la oposición como administrativa del SESPA (Servicio de Salud del Principado de Asturias). "Me llamaron porque estaba en bolsa durante la pandemia y sigo trabajando e intentándolo". "Estoy tranquila y salgo a la hora, pero también mi trabajo me cuesta porque siempre apetece más dormir que estudiar una y otra vez lo mismo". Un frecuente privilegio en mitad de la adversidad con feliz final.

Opositar no casa con trabajar para un empresaurio

El tiempo que queda después de que te explote un empresaurio de la empresa privada, no da para estudiar. Es complicado y duro estudiar para opositar tras sufrir explotación y robo de horas extra; no te queda tiempo ni fuerza física ni mental para memorizar la Constitución y la materia relativa a la oposición, por mucho que sea un test, en algunos casos para cierta mediocridad, porque si fueran preguntas para desarrollar, el funcionariado sería ciencia ficción. Basta con darse un paseo por cualquier sede de Hacienda o Correos, donde son minoría quienes saben hacer una O con un canuto.

Profesor que oposita a profesor

Manu (36) confirma que no es fácil compaginar un trabajo "normal" con opositar. “Empecé a preparar la oposición trabajando en el sector privado. Pero el tiempo que pasaba allí apenas me dejaba tiempo para hincar los codos. Por el movimiento de la lista de interinos pude cambiar de trabajo antes de la oposición y ya, trabajando en enseñanza y teniendo un horario más favorable, pude invertir más tiempo en estudiar”. Según me cuenta, cuando trabajaba en la empresa privada, su lema era: “Esto no me sirve de nada”. Ahora es, quizás, el ejemplar profesor de tus hijos; un currante y opositor con tres meses de vacaciones satisfecho.

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