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GRANDES PREGUNTAS

¿Por qué nos da tanto miedo hablar por teléfono?

No es raro encontrar personas a las que le causa mucho estrés tener que comunicarse a través del móvil, hasta el punto de recibir una llamada y rechazarla porque de verdad lo pasa mal.

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Llamar por teléfono ya no es tan frecuente como antes. Los mensajes instantáneos nos dan la posibilidad de poder comunicarnos cómodamente y en el momento en el que nosotros decidamos mientras que las llamadas exigen una respuesta rápida. La rapidez en la que tenemos que contestar durante la conversación puede hacer que, tras finalizarla, nos veamos sumergidos en un bucle mental rememorando la llamada por alguna mala actuación.

Además, siendo los mensajes el método más recurrente para comunicarnos, asociamos inconscientemente a las llamadas a algo muy importante e incluso negativo, lo que nos hace estar nerviosos e impacientes, razón de peso por la que no nos terminan de gustar. La simple idea de hablar por teléfono puede causar estrés a muchas personas hasta el punto de rechazar una llamada porque les supone un gran esfuerzo atenderla inventando a veces excusas. El hecho de que no nos guste hablar por teléfono o no nos sintamos cómodos recibiendo llamadas no significa que suframos algún tipo de ansiedad social, ya que una persona puede tener muchas interacciones y comunicación al cabo del día con distinta gente aunque no sea de esta manera.

Lo que sí es cierto es que las palabras son solo palabras y, al final, el 90% de la comunicación es no verbal. Cuando hablamos por mensajes o por teléfono no se pueden apreciar nuestras expresiones faciales, ni los gestos o lenguaje corporal, por lo que la otra persona no podrá vernos ni nosotros podremos ver cómo reacciona o cómo puede estar pensando la otra persona sobre lo que le estamos diciendo.

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