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@BECARIA_

Tipos de gente que dan vergüenza ajena

Becaria analiza cuatro tipos de personas que te puedes encontrar en tu día a día y que dan mucha vergüenza ajena.

Cómico (archivo)

Cómico (archivo)Pixabay

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Morirte de vergüenza ajena por culpa de alguien es uno de los efectos colaterales de vivir en sociedad. Todo el mundo tenemos que compartir espacio en alguna ocasión con gente que nos invita a echar dos pasos atrás y hacer que parezca que no nos conocemos, aunque sea un familiar o alguien del trabajo con quien llevamos compartiendo oficina diez años. Aunque los evitemos y les queramos otorgar el don de la invisibilidad, siempre van a estar ahí dando el cante más que un señor con chaleco fluorescente haciendo ruido con los pies en un tablao flamenco.

Vocingleros

Un tipo de personas que avergüenzan en las distancias cortas son quienes van hablando en alto en general y te dejan sacan los colores en sitios donde hay que estar en silencio, por ejemplo, en bibliotecas o museos. Pero ahí van ellos leyendo en alto todos los carteles, títulos e índices de libros que se ponen a su paso, porque además de ser conscientes de que están molestando, les gusta ser oídos y llenar el vacío sonoro para no aportar nada útil a nadie ni a ellos mismos.

Bocachanclas sexuales

Una variante de este tipo de gente que molesta hablando alto es quien te va contando por la calle a gritos sus intimidades anales, los pedos vaginales de su novia, la primera revisión con el proctólogo, siempre cuestiones médicas de los bajos fondos que no interesan a nadie más que a ellos mismos y a sus cirujanos prostáticos, porque adoran llamar la atención causando "escándalo público" con las monstruosidades genitales e intestinales del cuerpo humano.

Bocachanclas políticos

Luego están los que, en vez de hablar de las incidencias íntimas corporales, te hacen pasar vergüenza gritando sus opiniones políticas, tipo: "los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo y a las mujeres", "los extranjeros vienen a chupar del bote cobrando paguitas sin hacer nada", "lo de la violencia de género, todo chiringuitos", "la violencia de género no existe, a los hombres también nos matan", "esto de Perrosanche y los progrescomunistas de subir el salario mínimo nos va a llevar a la ruina", dicho desde su posición de obreros que cobran novecientos euros al mes y viven en un piso de protección oficial de 1957. Salir corriendo sin pararte a pagar el café para que no fichen tu cara, es la única escapatoria.

Humoristas frustrados

Suelen ser esos que nunca pasaron el primer casting de Comedy Central o Paramount Comedy, o que de haberlo pasado, siguen siendo malísimos y prefieres pagar para no verlos. Su carta de presentación es "Soy cómico" y se mantienen en su papel las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Te cuentan chistes malísimos, y lo que es peor, si estáis tomando algo en un bar, le cuentan los peores chistes a los camareros o camareras mientras colocan la consumición en la mesa, y tú pones cara de "No le eches cuenta, lo acabo de encontrar en un contenedor". Lo mismo hacen gracietas de maricones que simulan tener una prótesis de pierna cruzando un paso de cebra en un semáforo con cuatro carriles. Se creen graciosos y dan pena. Menos mal que, hoy en día, puedes ponerte una mascarilla FFP2 con otra quirúrgica encima y gafas de sol sin dar mucho el cante, para así evitar ser reconocida en compañía de estos especímenes de la vergüenza ajena.

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