¿Por qué la mascarilla nos hace más guapos?

En una reunión de amigos este verano, uno de ellos nos contaba el chasco que se había llevado con una chica. La había conocido por una app de ligues, y aunque en la conversación ligera que habían tenido antes de quedar tampoco fue para echar cohetes, se había enamorado completamente de sus ojos.

Eso, junto a su pelo rollo Amelie, era lo único que se veía en las fotos de su perfil, donde tampoco había descripción. Siempre posaba con mascarilla y se hacía llamar Ámbar, porque "no quería que la reconocieran". El día de la cita llegó, y la magia desapareció para nuestro colega tan rápido como cuando empezaron a hablar y Ámbar se quitó la mascarilla.

"¿Era fea?", le preguntamos todos, y él nos contó que no, pero que "la había imaginado de una forma totalmente diferente". Ni llegó a decirle su nombre real: charlaron menos de 15 minutos y después cada uno a su casa. No habían encajado.

La historia es cien por cien real, y llevada a un extremo es algo que se ha vivido muy intensamente desde que la mascarilla es un complemento más importante que los pantalones. Es algo que hay que llevar seas quien seas, pero igual que sabemos lo que se esconde bajo unos ojos famosos, cuando nos falta información es el cerebro el que la completa. Y en ese proceso dibuja caras atractivas.

Es lo que ha concluido un estudio en la Univesidad de Pensilvania, que han titulado (los muy cachondos) 'Beauty and the mask'. Participaron 500 personas y consistía en evaluar cómo de bonitas eran las caras de 60 personas con y sin mascarilla.

"Para la gente que se preocupa por cómo luce su rostro cuando lleva mascarilla, tenemos evidencias científicas para afirmar que la gente te va a ver como alguien más atractivo", dice el doctor David Sarwer, psicólogo y uno de los impulsores del estudio.

En las encuestas a los participantes hay picos de imágenes que alcanzan un 71% más de likes cuando llevan el rostro tapado, todo un récord a tener en cuenta y un buen truco para las apps de ligoteo.

"Esto nos recuerda cómo de atractivos nos parecen los ojos y las miradas", añade Sarwer, y no podemos evitar acordarnos de lo que sintió nuestro colega cuando vio a Ámbar. Sabemos con total seguridad que la mascarilla protege, y ahora nos queda claro que también nos convierte en pibones. Una buena razón para añadir a la lista.