Flooxer Now» Noticias

Por ahí sí que no paso

He veraneado toda mi vida en Benidorm y me da por saco que la gente diga que es una mierda

En esta ciudad (que todos pronuncian sin m), Julio Iglesias comenzó su carrera hacia la fama cuando se alzó como ganador de su Festival de la Canción y Andreíta se llevó una reprimenda de su devota madre, Belén Esteban, por no comerse el pollo. Puro oro, no digáis que no.

-Playa de Benidorm

Playa de BenidormGetty

Publicidad

Pisé por primera vez Benidorm a la tierna edad de tres años. De hecho, durante mi infancia y posterior adolescencia para mí solo existían dos ciudades en el mundo: Albacete, donde nací, y Benidorm.

Pasábamos los veranos en un hotel de esos con actividades para niños (para que mis padres pudiesen dedicarse a otros menesteres) y yo recuerdo ser feliz cual perdiz. Sí. De hecho, se me ponen los pelos de punta cada vez que pienso en los hoteles ‘Adults Only’ porque no sé qué hubiese sido de mis vacaciones estivales ahora. Pero ese es otro tema.

No solo veraneé allí de la mano de mis padres. En cuanto cumplí los dieciocho, mis amigos y yo nos dimos a su vida nocturna y a sus chiringuitos llenos de guiris (pero por practicar inglés, no os creáis que por ligar…).

Sin embargo, fue durante mi etapa universitaria en Madrid cuando me di cuenta de que Benidorm no era lo suficientemente “cool” para la mayoría de la gente. Todo el mundo veraneaba en Andalucía o se iba al Norte. Ah, y todos surfeaban, cómo no. Aunque lo que peor me sentaba es que hablaban con un desprecio absoluto hacia esta ciudad alicantina sin ni siquiera haber puesto jamás un pie en ella. “¿Por qué le tendrán tanta inquina?”, me preguntaba yo.

Inexplicablemente para mí, y ni siquiera con el paso del tiempo, esta percepción general sobre Benidorm no ha mejorado. Este año, y ya no sé cuántos van, mi hermana, mis padres y yo hemos vuelto a pasar una semana allí y puedo prometer y prometo que es la mejor ciudad del mundo. ¿Qué no? Voy a demostrároslo.

Encuentro de culturas

Rusos, croatas, ingleses, americanos, alemanes, italianos, portugueses, chinos, japoneses… Ni la ONU en sus mejores días ve pasar tantas nacionalidades por sus sillones. Que sí, que ahora me diréis que en Mallorca también hay mucho guiri. Pues no, chatos.

Habrá turistas extranjeros, pero no como los de Benidorm. Estos son amables, la lían bastante poco (esto no es Magaluf) y hasta se arrancan a hablar en castellano por mucho que tengan sus propios bares y restaurantes. Vaya, que te dan ganas de llevarte uno a casa. Lo que viene siendo querer integrarse y empaparse un poco de la ‘spanish culture’. Y eso, amigos, no pasa en todas partes.

Diversidad con mayúsculas y mucho respeto

Fue a finales de los ochenta cuando supe lo que era la homosexualidad y conocí de primera mano a una ‘drag queen’ y todo, cómo no, gracias a Benidorm. A los seis años, y paseando de la mano de mi padre, asistí embelesada a los espectáculos de luz y fantasía que acogían las discotecas que daban al paseo marítimo.

Tacones de infarto, pelucas, pestañas postizas, ‘I will survive’ a todo volumen… Me sentía como Alicia en el País de las Maravillas y mi padre, ni corto ni perezoso, me explicó qué era todo aquello. “Son señores que se visten de mujeres”, me dijo con toda la naturalidad del mundo. Recuerdo que en aquel momento, una de ellas se acercó y me dio un palito con unas tiras brillantes de purpurina de esos que se ponen en los cócteles. “Para ti, preciosa. Ven a vernos cuando seas mayor”, me dijo. Y así lo hice.

Ese mismo año también me di cuenta de que por uno de los barrios en los que paseábamos había muchos chicos. Un montón. Quizá es que yo siempre he sido bastante curiosa (aunque mis progenitores aseguran que lo que me pasa es que soy un poco bacina, buscadlo en el diccionario), pero me llamó la atención. “Es el barrio homosexual. Chicos a los que le gustan los chicos y chicas a las que le gustan las chicas”, me explico mi padre de nuevo.

Y yo ahora os hago esta pregunta: ¿en qué otra ciudad de España, y en aquellos años, se podía encontrar algo así? Ninguna, o por lo menos no tan a la vista y con esa naturalidad que solo está al nivel de Benidorm. He dicho.

Cero postureo

Debe ser que si subes una foto a Instagram desde Benidorm te salta el antivirus o directamente te echan de esta red social porque ni un solo ‘influencer’ ha puesto sus zapatos de oro en sus dominios. Quizá ‘la culpa’ la tuvo Belén Esteban cuando, aun ganando una auténtica millonada y siendo la gallina de los huevos de oro de Telecinco, decidió que seguiría veraneando allí como lo había hecho siempre. Olé por ella. No todo va a ser irse a Ibiza, Marbella, Mallorca o Sotogrande.

De María Jesús y su acordeón al Benidorm Palace

Hay quien presume de haber visto a Celine Dion en Las Vegas y yo puedo hacerlo de haber visto a María Jesús y a su querido acordeón, ¿qué pasa? No solo eso. Quien quiera disfrutar de una cena con espectáculo al más puro estilo ‘revista’ no puede dejar de ir al Benidorm Palace. Aluciné la primera vez que asistí a uno de sus ‘shows’ por la calidad de sus bailarinas quienes me recordaron, inevitablemente, a la mítica Norma Duval.

Benidorm
Benidorm | Libre

Terra mítica o ‘El Último Superviviente’ versión extrema

Dejando de lado el pufo político y económico que supuso este parque temático, visitarlo es toda una experiencia de supervivencia que pone tu cuerpo al límite. A ver quién aguanta un día entero al sol descubriendo las antiguas civilizaciones del Mediterráneo en mitad de un secarral y una montaña en la que puede leerse Terra Mítica como si del cartel de Hollywood se tratara. Ah bueno, y especial atención a los nombres de las atracciones: ‘Alucinakis’ (si es que vas a alucinar en colores, ya te lo digo), ‘akuatiti’ (que es lo que tienes que beber si no quieres desmayarte), ‘synkope’ (que es lo que te dará si no te acuerdas de la anterior)… y como esas muchos más.

El auditorio Julio Iglesias

Si con esto ya no os convenzo de que Benidorm en lo put* más, es que estamos todos muy locos. Un auditorio al aire libre que lleva por nombre el del ganador del X Festival de la Canción de Benidorm. Mola (y lo sabes).

El bar de los pinchos

Un pequeño local en el que solo se venden pinchos morunos, cerveza, agua y refrescos. Y no, no os voy a decir ni el nombre ni la calle donde se encuentra porque es una de esas maravillas que solo conocen los que realmente llegan a amar Benidorm. Aunque solo os diré que está situado en una calle angosta, que solo abre por la noche y que siempre hay cola para entrar. ¿Lo encontraréis?

Así pues, puede que mi Benidorm del alma querido sea bizarro, no lo dudo. A los viajes de la tercera edad se unen los travestis, los homosexuales, las familias numerosas, los recién casados, los jubilados… Ni los psicólogos de un reality show podrían hacer un casting mejor. Porque Benidorm está preparado para acoger a todo tipo de personas, pero no todas las personas están preparadas para Benidorm. Ahí lo dejo.

Publicidad