SMART KIDS
Si fuiste muy inteligente en la infancia, puede que ahora tengas este problema
Analizamos un problema que muchas personas tienen al llegar a la vida adulta, sobre todo después de haber sido niños o niñas muy inteligentes. También te damos varios consejos para poner solución a este problema, si es que sientes que estás metida o metido en él.

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Dicen que la inteligencia y la felicidad que siente una persona son inversamente proporcionales, pero no cabe duda de que hay personas altamente inteligentes que consiguen tener una vida plena y feliz. Lo que sí es cierto es que las personas con capacidades intelectuales superiores suelen tener infancias muy particulares, y construyen su personalidad de una forma diferente a la mayoría.
Cuando un niño o una niña está creciendo y descubriendo el mundo, encontrará pequeñas aficiones o juegos que definirán su forma de ser y sus gustos. En la adolescencia, desarrollará la parte más emocional de su personalidad, y cuando esas emociones se asienten en la vida adulta, forjará también su ideología y sus valores. Las personas muy inteligentes tienen, en cambio, un desarrollo distinto: reciben, por lo general, muchos cumplidos de parte de los adultos en relación a sus altas capacidades, y eso los lleva a poner un gran valor en su inteligencia, y a convertirla en la piedra angular de su identidad.
El problema de poner tanto valor en la capacidad intelectual es que, en el caso de los niños y niñas, es innata: les cuesta menos esfuerzo que al resto completar sus tareas, y creen que esto siempre será así. Cuando crecen y empiezan a enfrentarse a retos, están menos preparados que el resto de las personas para ello, y eso provoca que se resistan a empezar nuevos proyectos o a probar experiencias que no dominan.
El miedo a no ser percibidas como inteligentes lleva a estas personas a encerrarse en sí mismas y a limitar su mundo, y se refugian en su complejo de superioridad: "No quiero amigos, no me gustan las relaciones superficiales", "Claro que les caigo mal, me tienen envidia", "Mira a ese, es un principiante y está quedando en ridículo, yo nunca me rebajaría de esa manera".
Este mundo de las personas que fueron muy inteligentes en la infancia se reduce cada vez más y más, hasta convertir su vida en una experiencia sin sustancia en la que nunca ocurre nada interesante. Renunciar a esa identidad de "niño inteligente" y disfrutar del proceso de aprendizaje es indispensable para que una persona empiece a vivir la vida de verdad, fuera de su burbuja de confort y cero esfuerzo.
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