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EL LADO SALVAJE DE HOLLYWOOD

Scotty Bowers o cómo un gigoló se convirtió en el proxeneta de las estrellas de Hollywood

Una gasolinera fue su base de operaciones. Allí empezó a prostituirse y desde allí facilitó encuentros a estrellas de la talla de Cary Grant, Rock Hudson o Vivien Leigh. Facilitó tantos encuentros que lo bautizaron como 'El proxeneta de las estrellas'.

-Fotograma de Scotty and the Secret History of Hollywood

Fotograma de Scotty and the Secret History of HollywoodScotty and the Secret History of Hollywood

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Esta es otra de esas historias que suelen camuflarme se manera accidental en la marabunta de historias que nos llegan desde Hollywood. Y digo lo de accidental porque esta historia cuenta con los ingredientes necesarios para convertirse en el plato principal.

Hollywood es una fábrica de sueños y pesadillas, y entre tanto, tiene tiempo de fabricar todo tipo de historias, a cada cuál más loca, inquietante o curiosa. Y aquí es donde incluyo, y seguimos hablando de historias, la que hoy nos ocupa.

Muchos hemos conocido a Scotty Bowers gracias al reciente documental 'Scotty and the secret history of Hollywood'. Un nombre imprescindible si queremos conocer, precisamente eso, la historia secreta de una industria cinematográfica que no sólo se articula gracias a la creación de films, fortuna y fama.

En esta ocasión, y aunque estemos hablando de lo mismo, hablamos concretamente de sexo. De sexo y de un hombre que estuvo en el centro de una orgía protagonizada por algunas de las estrellas más prominentes de la época.

Dicho así suena algo sensacionalista o amarillista, pero la realidad es que gracias a este hombre y a este documental hemos descubierto algunos aspectos de las vidas secretas de las celebrities de la Época Dorada de Hollywood. Bowers, que actualmente tiene 95 años, fue un paracaidista del Cuerpo de Marines del Ejército de los Estados Unidos que tras la II Guerra Mundial montó su centro neurálgico en una gasolinera de Sunset Boulevard, en Hollywood. Aquí es donde empieza todo.

Scotty, como cualquiera de nosotros, sólo quería pasárselo bien, más si eres el superviviente de una guerra. Un día, Walter Pidgeon, protagonista de la película de John Word, '¡Qué verde era mi valle!', tras llenar su depósito, se insinuó al gasolinero, que por cierto, era un guaperas de personalidad desinhibida y grandes dotes sociales, ayudándose de un par de billetes.

Bowers aceptó la propuesta y con ello se estrenó en el negocio que más tarde le reportaría dinero, posición y fama durante cuatro décadas.

“Un día, Cary Grant se topó con un todavía desconocido Rock Hudson en mi gasolinera. Le cobré 20 dólares por liarle con Rock. Se vieron varias veces”. Por decirlo de alguna manera, así es como Scotty dejó la prostitución y se convirtió en el alcahuete de las estrellas.

 

Bowers no tiene pelos en la lengua y habla sin tapujos sobre los gustos y excentricidades de sus clientes. Según él, la práctica más habitual era la felación. Sin embargo, otros como Tyrone Power preferían la lluvia dorada, y otros como Charles Laughton la coprofilia.

“El 60% de mis clientes eran gays o lesbianas y el otro 40 heterosexuales”. Aun así, Scotty prefería las chicas: Vivien Leigh, Edith Piaf o Katharine Hepburn fueron 3 de sus asiduas. Si hablamos de asiduos, tenemos que nombrar a otros miembros del star system hollywoodiense como Montgomery Clift, Vincent Price o Spencer Tracy, la pareja de la antes nombrada Katharine Hepburn. La infidelidad no era un hándicap para este empresario del sexo.

Supo mantener su clientela fiel. A la Hepburn le proporcionó unas cuantas chicas de compañía, unas 150 aproximadamente, asegura. Esta especie de proxeneta friendly supo saciar las fantasías homosexuales de Errol Flynn, William Holden, y por su puesto, Tyron Power. Participó en ménages à trois con Ava Gardner, Lana Turner, y por supuesto, Cary Grant.

"Daba igual lo que pidieran, yo lo tenía", vacilaba Bowers. Y nunca cobraba por ello, de hecho, nunca se consideró un proxeneta, sólo cobraba cuando él atendía personalmente a los clientes. Algo que le era fácil, no sólo por su simpatía, magnetismo y atractivo, sino también por su, al parecer, inmenso miembro.

"Estaba orgulloso de mi miembro y feliz de compartirlo". El sexo fue algo que siempre lo acompañó. A los 11 años, y a cambio de un dólar, mantuvo relaciones sexuales con un cura de Chicago: “no tardé en tener sexo con todos los curas de Chicago". Y esto es sólo un prólogo de lo que ha dado de sí su vida y de lo que podréis encontrar en este interesante documental.

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