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El travesti vegano Chris Korda es “reverenda” en la Iglesia de la Eutanasia

La religión antihumana que está a favor del canibalismo, el suicidio, el aborto, la eutanasia y la sodomía

Somos ya más de 7.000 millones de seres humanos que el planeta Tierra tiene que soportar sobre su superficie, y cada vez seremos más. Ante el desastre ecológico que esto puede representar y ante los sufrimientos futuros que pueden venir hay quien prefiere que la humanidad se extinga. Desde los ciudadanos antinatalistas, que prefieren no procrear, hasta organizaciones más radicales y hasta escandalosas como la Iglesia de la Eutanasia o el Movimiento por la Extinción Voluntaria de la Humanidad.

-Chris Korda

Chris KordaYouTube | Chris Korda

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Chris Korda (Nueva York, 1962) es un travesti vegano, programador informático y productor de música techno (actuó en la edición de 2001 del festival Sónar de Barcelona y ha publicado en el sello alemán International Deejay Gigolo Records, promovido por Dj Hell). Pero su gran lucha es el antinatalismo y la extinción de la Humanidad a través de la organización que creó en Boston en 1992: la Iglesia de la Eutanasia. Su lema, que también es el estribillo de alguna de sus canciones, lo dice casi todo de sus ideas y propósitos: “Save the planet, kill youself” (“Salva el planeta, mátate”).

Chris Korda es “reverenda” en la Iglesia de la Eutanasia y Robert Kimberk es el “pastor”. Parten de la idea de que la existencia de la especie humana rompe el equilibrio en la Tierra y en el Cosmos y es preciso un reequilibrio entre los humanos, las otras especies que habitan el planeta y el medio ambiente. Por cierto, en 1995 Korda lanzó la campaña “Unabomber para presidente”, en relación con terrorista Unabomber, enemigo de la sociedad industrial y autor de atentados con bomba por correo.

Esta es, probablemente, la única religión antihumana del mundo y el humanismo es su principal herejía: el mandamiento principal es “no procrearás”, y tiene otros cuatro pilares: suicidio, aborto, canibalismo y sodomía. Están en contra del crecimiento económico y tecnológico.

Los miembros de la Iglesia de la Eutanasia han sido conocidos por sus escándalos (por ejemplo, participaron en un programa de Jerry Springer que se titulaba “Quiero unirme a una secta suicida” o colgaron en su web un vídeo que mezclaba imágenes del atentado de las Torres Gemelas con porno duro).

Sin embargo, no está claro si su propuesta van en serio o se trata más bien de un proyecto de guerrilla de la comunicación, intervenciones artísticas y performance de corte dadaísta y situacionista para denunciar la superpoblación humana, el agotamiento de los recursos y la destrucción del medioambiente. Probablemente se trate de la denuncia de un asunto muy serio a través de métodos exagerados y escandalosos que habría que ver con humor (aunque a muchos no les hace ninguna gracia).

No obstante, los miembros de la Iglesia de la Eutanasia no son los únicos preocupados por la sobrepoblación del mundo. Uno de los primeros que pensó en estos asuntos fue Thomas Malthus, que en su ‘Ensayo sobre el principio de la población’ predecía que el aumento geométrico de la población no se correspondía con el crecimiento aritmético de los recursos y nos llevaría a la desigualdad económica y a la miseria.

Todavía era el año 1798. Hoy en día en el planeta Tierra viven más de 7.000 millones de seres humanos que lo han moldeado a su gusto no siempre con los mejores resultados para el equilibrio ecológico y las demás especies (ni para los propios humanos).

Extinción Voluntaria de la Humanidad

Por eso, el Movimiento por la Extinción Voluntaria de la Humanidad (VHEMT por sus siglas en inglés), menos grandilocuente y teatral que la Iglesia de la Eutanasia, pretende un proceso de extinción de la especie humana de forma gradual. No se trata de eliminar a nadie, ni de que nadie se elimine a sí mismo (tampoco tiene que ver con el canibalismo y la sodomía), sino de dejar de procrear hasta que no queden humanos.

Lo que proponen es parecido al conflicto que se da en la novela ‘Los hijos de los hombres’ de P.D. James, llevada al cine por Alfonso Cuarón: ahí, en el año 2027, la especie humana se vuelve estéril. Algo similar ocurre en ‘The Handsmaid Tail’, la novela de Margaret Atwood: en este caso solo un pequeño grupo de mujeres permanecen fértiles y son esclavizadas por una clase dominante a modo de vientres para sus mujeres.

Lo que en estas novelas, series y películas distópicas se ve como una catástrofe, la esterilidad total de la Humanidad, otros lo ven como algo deseable. Les U. Knight, fundador del VHEMT (fue en Portland, Oregón, en 1991), empezó por predicar con el ejemplo haciéndose la vasectomía a los 25 años. Considera que es una contribución altruista a la eliminación del sufrimiento creado por la Humanidad.

Y la Humanidad tiene que vencer de una vez ese instinto natural que la lleva a tratar de transmitir eternamente su carga genética hacia delante, caiga quien caiga. Por lo general sus ideas han sido calificadas como extremas o tomadas a broma.

Sin embargo, el antinatalismo es un movimiento que está ahí. Uno de sus ideólogos, que ahonda en la idea del sufrimiento de la existencia y la vida como valle de lágrimas, es el filósofo sudafricano David Benatar, autor de un libro titulado ‘Better Never to Have Been: The Harm of Coming into Existence’ (en castellano: ‘Mejor no haber sido: El dolor de llegar a la existencia’)

Por lo general, la opción de no procrear va contra los instintos animales básicos y también que lo que la sociedad espera de uno, pero es una opción cada vez más común y aceptada. Al fin y al cabo, la crisis económica y las nuevas formas culturales han hecho que en España cada vez menos gente tenga hijos (o que, en caso de tenerlos, los tenga cada vez más tarde). Quizás no haya tanto antinatalismo como tal pero, de hecho, hay muy baja natalidad.

Luego está el asunto de que quizás no hagan falta movimientos ni conspiraciones para forzar a la Humanidad ha extinguirse, porque probablemente lo haga ella solita gracias al exuberante crecimiento tecnológico: desde la existencia de las bombas nucleares es una opción más que plausible considerada por los científicos (otras opciones son las pandemias o la destrucción del medio ambiente), y hay quien no nos da más de 100 años de vida antes de la autodestrucción.

El Centro de Estudios del Riesgo Existencial, en la Universidad de Cambrigde, analiza los riesgos (incluida la Inteligencia Artificial) que afronta la Humanidad como especie, en este caso para evitar nuestro fin.

Lo que es cierto es que la existencia o no de la especie humana o del planeta Tierra es irrelevante en el Universo más allá de creencias religiosas, como ejemplifica el historiador de los procesos macrohistóricos Yuval Harari en su libro ‘Sapiens’.

“Desde un punto de vista científico la vida no tiene en absoluto ningún sentido (…) Nuestras acciones no forman parte de ningún plan cósmico divino, y si el planeta Tierra hubiera de explotar mañana por la mañana, probablemente el Universo seguiría su camino como de costumbre. Hasta donde podemos decir, no se echaría en falta la subjetividad humana”.

Por cierto, a Chris Korda, reverenda de la Iglesia de la Eutanasia, le ha preguntado alguna vez, y con razón, por qué no se ha suicidado él mismo. “Quizás lo haga”, respondió. Sin embargo, la misión de conseguir reducir la población mundial le parece un proyecto más importante para llevar a cabo. “Es lo único que me mantiene con vida”.

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