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Nacho Vegas Y Tito Montero

La revolución de Asturias: el musical

En tiempos tan señalados como son los del fin de la minería del carbón, dos documentales se acercan a asuntos relacionados con lo minero: ‘Cantares de una revolución’, de Ramón Lluis Bande, un documental basado en las canciones de la Revolución del 34, interpretadas por Nacho Vegas, y ‘El pasado presente’, de Tito Montero, un crudo reflejo de la decadencia asturiana.

-Nacho Vegas

Nacho Vegas‘Cantares de una revolución’, de Ramón Lluis Bande

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En octubre de 1934 los mineros de las cuencas asturianas se levantaron en armas para llevar a cabo la revolución social. El levantamiento había sido preparado en toda España pero solo triunfó en Cataluña, donde se extinguió rápidamente, y en Asturias, donde la llamada Comuna Asturiana consiguió resistir durante dos semanas. Parte del éxito se le atribuye a la unión, en la Alianza Obrera, de todas las facciones de la izquierda (socialistas, comunistas y anarquistas) bajo el lema UHP (Uníos Hermanos Proletarios).

El levantamiento contra la República se producía en reacción a la entrada en el gobierno de Lerroux de tres ministros del partido derechista CEDA, de José María Gil Robles. Había miedo al fascismo que proliferaba en Europa y, en concreto, a que se produjese un acercamiento al fascismo que acabase en golpe de estado y masacre de izquierdistas tal y como había sucedido en la Austria de Dollfuss poco tiempo antes. Muchos consideran a esta como la última revolución obrera. Hubo cerca de 2.000 muertos y una dura represión orquestada en la distancia por el general Franco.

'Al altu la lleva'

Ahora el cineasta asturiano Ramon Lluis Bande hace un acercamiento a los sucesos en la forma del documental musical ‘Cantares de una revolución’, flamante ganador del Premio Especial del Jurado del Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX). En él, su amigo y frecuente colaborador, el músico Nacho Vegas, reinterpreta (en solitario o en compañía del Coro Antifascista ‘Al altu la lleva’) algunas de las canciones que salían de las bocas de los revolucionarios. Porque los revolucionarios también cantaban.

Por lo general se trata de melodías populares ya existentes en la época a las que se la cambiaba la letra para reflejar los acontecimientos que iban sucediendo. “Lo que explica muy bien los mecanismos por los que funciona la música popular”, dice Bande, “me gusta reivindicar a Vegas, con sus adaptaciones, como un eslabón más de esta cadena”. Algunos ejemplos son el himno ‘Asturias patria querida’ o la habanera ‘La bella Lola’.

El documental discurre por algunos de los escenarios en donde sucedieron los hechos. Por ejemplo, algunas ciudades de la cuenca minera, como Sama de Langreo, donde los mineros tomaron los cuarteles de la Guardia Civil y se hicieron fuertes.

En Oviedo, la capital a conquistar, fue la ciudad donde se produjeron los mayores combates y que quedó parcialmente destruida, entre las bombas gubernamentales y la dinamita minera. Esa una de las fortalezas de los mineros, su manejo y reservas de dinamita: en esta revolución más que utilizar pistolas o fusiles los mineros iban prendiendo sus cartuchos de dinamita con sus propios cigarrillos y lanzándolos al tiempo que avanzaban.

En el filme también se rinde homenaje a Aída de la Fuente, la joven comunista que, con solo 19 años defendió una posición revolucionaria ante las tropas gubernamentales, en una iglesia de Oviedo, sola con una ametralladora y hasta la muerte. Luego ha sido germen de variada mitomanía, por ejemplo, en canciones Nuberu o Víctor Manuel.

Visiones de la Revolución

Se adopta en la cinta un punto de vista militante. Uno entre muchos otros que han ido apareciendo en los últimos años en forma de diversos productos culturales. Por ejemplo, la interpretación por parte de los historiadores revisionistas de derechas de esta revolución como la causa y primera batalla de la Guerra Civil. O los diferentes acercamientos, de Chaves Nogales, Josep Pla y José Díaz Fernández, que se dan en ‘Tres periodistas en la Revolución de Asturias’ (Libros del Asteroide). O el relato en cómic de Alfonso Zapico: ‘La Balada del Norte’ (Astiberri).

“La revolución fue completamente legítima”, opina Bande, “se trató de autodefensa contra la llegada de un fascismo que trataba destruir a la clase obrera. En ese sentido la película plantea un relato contrahegemónico, contra esos que, desde el discurso creciente de la extrema derecha, dicen que aquí la izquierda inició la Guerra Civil”. Bande es de los que piensan que la utopía hace caminar a la izquierda.

El filme se salpica de fragmentos leídos por el propio Nacho Vegas de testimonios de testigos o protagonistas de aquellos hechos, sobre todo de Belarmino Tomás, sindicalista, socialista y minero, líder de aquella revolución que luego fue también gobernador de Asturias y León durante la Guerra Civil y acabó en el exilio mexicano. “Es probablemente la figura más importante de la historia de la izquierda asturiana del siglo XX y está injustamente olvidada”, dice Bande.

Otras fortalezas mineras eran los lazos de fuerte solidaridad, el duro carácter que marca el trabajo cotidiano realizado en condiciones de extrema dureza (abajo, en la mina) o su intensa militancia política. Movimiento obrero en estado puro. ¿Queda ahora clase obrera? “La clase obrera sigue siendo la de siempre, solo que no lo sabe”, dice Bande, “un ejemplo es lo que se llama ahora ‘precariado’, que es el proletariado de toda la vida pero sin conciencia de clase. Por eso, tenemos que contarnos nuestra historia y no creernos la falacia de que todos somos clase media”.

El trabajo de Bande en los últimos tiempos ha tratado sobre temas como este o las guerrillas antifranquistas (el maquis) que resistieron en Asturias después de la Guerra Civil. “La memoria de la izquierda asturiana durante el siglo XX permite plantear preguntas sobre el presente”, dice el director, “y, además, son sucesos que permiten desarrollar un lenguaje cinematográfico que me interesa mucho”. ¿Qué lenguaje? “Uno que permite filmar el tiempo en el espacio. Poniendo la cámara en el paisaje y escuchándolo con tranquilidad. Dejando que los lugares hablen, se resignifiquen, recuperen su identidad”.

La decadencia asturiana

La película es muy oportuna en estos tiempos. “Asturias vive un tiempo muy trágico”, dice Bande. Si en el 34 los mineros lucharon por la revolución social, en los últimos años su lucha se ha enfocado, sin éxito, en evitar su propia desaparición. El carbón asturiano ha dejado de ser competitivo en el mercado internacional (en realidad nunca lo fue, excepto bajo protección estatal o en periodos de guerra o autarquía) y desde la Unión Europea se exige el fin de las minas no competitivas, es decir, de todas.

En unas semanas, después de más de 150 años de explotación del carbón, cerrarán las últimas en Asturias, lo que provoca un vacío en lo que fue la base de la economía asturiana durante décadas y una fuerte crisis de identidad en las cuencas mineras y en toda la región. “El sujeto político ‘Asturias’ no se puede desvincular del sujeto político ‘clase obrera”, afirma el cineasta.

Precisamente sobre este duro proceso trata otra película, dirigida por Tito Montero y también presentada en el FICX, en la que el propio Bande ejerce de productor ejecutivo: ‘El pasado presente’. En ella Montero, que también deja “hablar a los espacios”, hace un repaso por la descomposición de un mundo, tomando como referencia la novela ‘La aldea perdida’ de Armando Palacio Valdés, que narraba otro punto de giro histórico, pero parecido: la llegada de la minería y la amenaza que suponía para la arcadia del mundo rural.

El fin de las minas

“La Asturias que reflejó Palacio Valdés vivía un cambio de paradigma con la llegada de la industria que planteaba un panorama lleno de incertidumbres en una sociedad tradicional y rural”, explica Montero, “una arcadia, por otro lado, sólo existente para los ricos ya que la mayoría de los campesinos sobrevivían en unas condiciones de vida miserables. Ahora ya sabemos que pasó: la minería vino a sumarse a la identidad asturiana, de hecho, aquí se mantuvo un proletariado mixto (rural y minero)”. Ahora vivimos, 115 años después de la publicación de la novela, una situación similar. “El fin de la minería nos enfrenta a un abismo que debemos afrontar con urgencia”.

El campo, la industria, la minería, todo se acaba en Asturias, y delante solo queda la desesperanza y el recurso al turismo o la emigración de la juventud. Atrás dejan una sociedad envejecida y sin plan de futuro. “No es baladí eso de repensarnos”, continúa el director, “otro supuesto es que la virulencia de la represión en Asturias tras la Guerra Civil generó décadas de falta de análisis intelectual sobre esta tierra”.

Según Montero, el franquismo controló con el aparato público a la sociedad asturiana (los movimientos políticos y sindicales a los que les tenía miedo) “y en la Transición la consigna fue ganar la modernidad olvidando el pasado en lo que provocó una especie de ‘genocidio’ cultural progresivo”. De ahí la importancia de estas películas que rascan y analizan desde el compromiso.

En una secuencia ‘El pasado presente’ los mineros actuales cantan, puño en alto, ‘La Internacional’ en el homenaje que anualmente se celebra delante de la tumba de Manuel Llaneza, fundador del histórico sindicato minero, en el cementerio civil de Mieres. Es lo que queda ahora del carbón: canciones heroicas y puños en alto.

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