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El ridículo retrógrado de estar en contra del aborto

Becaria habla soble las últimas medidas propuestas por "la caverna antiabortista" que incluyen una ecografía 4D y la posibilidad de escuchar los latidos del feto.

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo Agencia EFE

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Que a las mujeres que quieran abortar se les ofrezca atención psicológica, una ecografía 4D y la posibilidad de escuchar los latidos del feto, es la última parida que ha emanado de la caverna antiabortista, concretamente, de Vox en Castilla y León. El partido político con nombre de diccionario y las fantasías no llevadas a término de Gallardo, su vicepresidente, recuerdan a cuando el popular Gallardón quiso tumbar la Ley del Aborto y tuvo que dimitir y salir corriendo por su puerta tamaño Imaginarium. Se entiende que estos señores y que todos los que apoyan el antiabortismo, habrán llegado vírgenes al matrimonio, al igual que tampoco se habrán masturbado nunca, pues bien es sabido que hacerse una paja y tirar el néctar en un pañuelo o en un calcetín, es un aborto, y tragarse el semen, canibalismo.

El antiabortismo va de la mano de la vieja masculinidad atrofiada con los huevos puestos de corbata, vapuleada por la autonomía de las mujeres. Los hombres nunca han llevado bien que el otro sexo no dependa de ellos. Desde que han sentido la amenaza de no ser indispensables en la sexualidad de sus contrarias, tratan de gobernar en los cuerpos de las mujeres mediante la capacidad de concebir nuevos seres humanos. El aborto y el Satisfyer son los dos inventos que más daño han hecho a los señores de todas las edades que se piensan que las hembras humanas no pueden ni deben vivir sin su tutela, aunque sean eyaculadores precoces, impotentes y ligeramente turulecos. 

Los chalados provida

Desde abril del 2022, acosar a mujeres y a sanitarios en las puertas de las clínicas que realizan abortos es delito en España. Meses atrás, la Asociación Católica de Propagandistas, una organización casi medieval que también lloriquea contra la eutanasia y el matrimonio igualitario, había instalado vallas y otros soportes publicitarios por todo el país con el lema "rezar frente a las clínicas abortistas está genial”. Gracias a la reciente legislación, se abortan también las ideas a estos grandes creativos que tratan de imitar viejos movimientos del país más "desarrollado" de allende los mares.

El antiabortismo en Estados Unidos

Poner la zancadilla al aborto es un tema candente en el país de la comida rápida y las pistolas cargadas. Los fundadores e integrantes de este tipo de movilizaciones antisociales nunca se han caracterizado por estar en todos sus cabales. En 1986 se fundó en Estados Unidos la "Operación rescate", un grupo de evangélicos contra el aborto. Su líder, que por ahí sigue activo en este chiringuito, fue un tal Randall Terry, un vendedor de coches de segunda mano de Nueva York que quería cerrar todos los centros de planificación familiar del país. El antiabortismo siempre ha sido un movimiento que ha atraído a hombres sin oficio ni beneficio, con alguna tara social, sentimental y otros traumas infantiles. Con el tiempo se supo que Randy fue resultado del fallo de un condón, un "gomarota". Al fin y al cabo, un aborto no llevado a término. "El feminismo radical parió el asesinato de niños" era uno de sus lemas.

Las mujeres partidarias del aborto eran y siguen siendo tachadas de estar contaminadas por el feminismo. El hecho de negar al hombre la voz y el voto en la decisión del aborto, era y es considerada una aberración que toma al hombre y a su pene como un juguete intrascendente que a ratos sube y a ratos desciende. La diarrea antiabortista siempre ha estado liderada por hombres, por señores con el colgajo haciendo un pulso con las leyes de la gravedad, algunas mujeres sumisas a su sombra y, las menos, con más intereses políticos y económicos que sanitarios, biológicos y sociales.

A toda esta gente, los fetos y futuros seres humanos les dan igual, solo quieren no perder los derechos del hombre de la clásica estructura patriarcal. Prueba de ello es su lloriqueo con el feto para arriba y feto para abajo con argumentos ficticios y acientíficos, pero cuando se trata de nacidos en apuros, les dan igual y hasta se mofan de ellos.

George Grant, otro llorón antiabortista célebre, describía en su libro "Grand Illusions" (1988) a las defensoras de la libre elección como personas "de rostro desencajado y mirada enloquecida". Pero como dijo otro George más interesante, el monologuista George Carlin: "los conservadores están a favor de los 'no nacidos', harían cualquier cosa por ellos, pero cuando has nacido, estás jodido". Nada, eso, que a ver si nos extinguimos ya.

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