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@DIOSTUITERO

Torquemada para torpes

Así era realmente Torquemada, el inquisidor que quemó a más de 2.000 personas.

-Tribunal de la inquisición, Goya

Tribunal de la inquisición, GoyaWikipedia

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Tomás de Torquemada es un personaje histórico que tiene muy mala fama, y todo porque se hizo inquisidor y quemó a dos mil o diez mil personas, según el historiador que leas, porque en la Edad Media eran de apuntar las cosas regular.

Sí, vale, quizás Torquemda se pasó un poco con el mechero, pero también es verdad que el pobre sólo hacía honor a su apellido.

Fue un tipo algo extraño, para empezar no se sabe ni dónde nació. Unos dicen que en Valladolid, otros que en un pueblo de Palencia llamado Torquemada...¡ale, a lo fácil!

Eligió una de las carreras típicas de la época, fraile, dominico concretamente, que eran unos tíos muy chungos que iban persiguiendo la herejía por ahí ( hay quien los llamaba “domini canis, los perros del Señor”), y no le fue mal porque se convirtió en confesor de la reina Isabel la Católica, lo que por otra parte no debía ser nada fácil. Me los imagino así:

- Padre, he pecado, he falsificado la bula papal de mi matrimonio con Fernando y he mandando matar a miles de portugueses. Ah, y lo importante: ¡el otro día llegué tarde un minuto a misa!

- Lo de la misa es grave, te impongo cien avemarías de penitencia.

-¡¡Cien!! ¡No tengo tiempo, tengo que reconquistar Granada! Lo dejamos en diez y listo, si no quieres que te destituya.

- Vale, diez.

Torquemada es famoso porque con él se creó la Inquisición. La Inquisición se dedicaba como todo el mundo sabe a perseguir a los falsos conversos, sobre todo judíos, debido a que Isabel la Católica quería que todos fueran como ella, católicos.

En principio nuestro fraile empezó con la Inquisición en plan tímido, como algo solo para las diócesis de Sevilla y Córdoba, pero se fue animando y consiguió que el Papa le nombrase también “Inquisidor General del Principado de Cataluña, de la ciudad y del obispado de Barcelona”. Pero le pasaba como ahora a Pedro Sánchez, que los catalanes no le hacían caso y los concellers se negaban a prestarle juramento.

Pero bueno, a Torquemada esas minucias no le echaban para atrás. El perseguía a los judíos con un celo increíble, quizás para que no se notara que ¡él mismo tenía antecedentes judíos! Los persiguió por las dos Coronas de Castilla y Aragón, y en 1492 se debió cansar porque decidió echarlos a todos. Además, también perseguía herejes, gentes mal de la cabeza que creían en la ciencia en lugar de la religión y cosas así, o blasfemos como Willy Toledo, bonita tradición que en España se conserva hoy en día.

El cargo de Inquisidor General era muy gratificante, pero entrañaba riesgos: por eso iba bien provisto de guardaespaldas: cincuenta caballeros y doscientos cincuenta infantes cada vez que viajaba, ¡más que Madonna!

En sus tiempos no había redes sociales, y es una pena, porque hoy lo habría gozado cerrando cuentas en Twitter y acusando a todo Dios de esto y lo otro. Su concepto de los límites del humor era como el de ahora: si algo no le hacía gracia te quemaba vivo. Eso sí, seguía un procedimiento escrupulosamente legal: se partía siempre de la presunción de culpabilidad, sana costumbre que ahora también estamos recuperando.

A pesar de sus fechorías, dicen que fue un tipo íntegro ( a su manera) e insobornable. El dinero que recaudaba lo usó para ampliar el monasterio de Santa Cruz de Segovia y sobre todo para erigir el magnífico Monasterio de Santo Tomás de Avila, donde se retiró y pasó los últimos años de su vida, paseando por sus hermosos claustros y recordando los buenos tiempos de barbacoas. Siempre saludaba.

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