LOS PRECIOS, DISPARADOS

La experiencia de una tuitera en una cafetería del centro de Madrid que acabó con una llamada a la policía: "36€ por 2 capuccinos y 2 tostadas"

La usuaria de Twitter @Eva_al_desnudo_ ha contado en un hilo lo que le ocurrió recientemente cuando quedó para desayunar con un amigo en Madrid. Acabaron en un sitio excesivamente caro para el que tuvieron que hacer cola y en el que una bronca con los camareros terminó en una llamada a la Policía.

Pantallazo del tuit de @Eva_al_desnudo

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Si bien cada poco se hace viral la experiencia de algún camarero relacionada con el tipo de cosas que tiene que aguantar en su trabajo, a veces también ocurre al contrario.

El centro de las grandes ciudades como Madrid está lleno de establecimientos con precios inflados y que venden una experiencia sobrevalorada que, sin embargo, mucha gente consume.

En una de esas cafeterías modernas es donde acabó la tuitera @Eva_al_desnudo junto a su acompañante el pasado fin de semana, como ha contado en un hilo que acumula cientos de likes. Sin embargo, no fue por gusto, sino porque no les quedó otra.

"He quedado con un amigo en Madrid, cerca de Alonso Martínez, en un huequito que tenía. Quedamos para desayunar, pero estaba todo hasta arriba así que terminamos entrando en una cafetería a las 12h00, después de apuntarnos en la lista de espera y estar en la calle un buen rato", dice el primer tuit del hilo.

Todo madrileño sabe que hoy en día, los fines de semana, y sobre todo a las horas de desayunar, comer o cenar, el centro está a rebosar de gente.

Encontrar sitio sin tener reserva es cada vez más difícil, hasta el punto de que hacer cola para tomarse un café (algo impensable en la mayoría de las ciudades españolas) acaba siendo una realidad.

El hilo de esta tuitera continúa con una foto de lo que se pidieron para desayunar una vez les dieron mesa. "Nos levantamos a pedir (es un sitio muy moderno) y terminamos pagando 36€ por 2 capuccinos y 2 tostadas con aguacate y huevos revueltos. Casi me da algo con el precio pero nos metimos allí, así que la culpa es nuestra", explica.

Entonces es cuando las cosas se empiezan a poner feas: "Desayunamos y cuando ya sólo nos queda terminar el café nos dice el camarero que si nos podemos cambiar de mesa porque necesita la nuestra para un grupo que le acaba de entrar".

Muchos locales céntricos saben que los fines de semana pueden atender a una cantidad especialmente alta de clientes y, para obtener el mayor beneficio posible, tratan de despachar a los comensales cuanto antes.

Eso es lo que hicieron con la autora del tuit y su amigo, y ellos aceptaron a regañadientes: "Vale, le hacemos el favor pese a que el cambio es a una mesa más ruidosa que está más cerca de la puerta y donde hace más frío".

En cualquier caso, el verdadero problema llega cuando, como cuenta la tuitera, fue a sacar su portátil tan solo para mostrarle algo a su acompañante. Pero entonces "viene el camarero y nos dice que no se pueden usar ordenadores para trabajar". "Le digo que no estamos trabajando. Me dice que aún así. Que es por la rotación de mesas", relata.

Para evitar la confrontación y, a pesar de pensar que ya se habían gastado un dineral, la tuitera optó por pedirse otro café antes de irse. No obstante, la respuesta del camarero fue negativa: "Y nos dice que da igual. Que no se puede usar el ordenador. Molesta, le digo que deberían avisarlo en la puerta. Y dice el camarero que pone que está prohibido".

Al parecer, en la parte de atrás del QR de la carta estaba señalado que no se admite el uso de ordenadores o tablets para trabajar o estudiar en la mesa, como enseña Eva en la foto adjunta al tuit del hilo en el que cuenta que su amigo pidió una hoja de reclamaciones porque no estaba de acuerdo con la medida.

Que pidieran la hoja de reclamaciones al parecer no le sentó nada bien a la encargada de la cafetería, que se acercó a la mesa en cuanto lo mencionaron.

Según cuenta la tuitera, "se pone hecha una hidra, nos quita el QR estampándolo contra la mesa, y se nos encara mientras nos dice que ya se está enfadando y que no va a traernos la hoja de reclamaciones". ¿La respuesta de Eva?: "Entonces digo que voy a llamar a la policía".

Ante esta amenaza, la encargada optó por llamar ella primero. Tras hacerlo, "vuelve y nos da la hoja". Según cuenta a continuación: "Luego los policías nos han dicho que hemos sido poco hábiles. Que no hay que decir nada. Solo llamarles para que cuando lleguen se vea que no han entregado la hoja".

Por último, la tuitera cierra el hilo con una pregunta acompañada de una reflexión: "¿se puede prohibir el uso de un ordenador sin ponerlo en la entrada? Que a mí me parece muy bien que no quieras que la gente se te meta a consumir mientras trabaja o estudia, porque no te rota. Pero ¿ese pollo por enseñar unos diseños? Que no he enseñado…".

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