Por qué los artistas de la Gen-Z no alcanzan el éxito de las superestrellas Millennials

La industria de la música ha cambiado mucho en la última década, especialmente debido al trasvase de las audiencias hacia plataformas de streaming con infinitas opciones disponibles. Lejos quedó la época en la que, si no sonabas en la radio, no eras nadie, y eso ha tenido un impacto muy positivo en las trayectorias de aquellos artistas que prefieren trabajar de forma independiente, sin entrar en el circuito de las grandes discográficas. Pero esto también ha llevado a que sea mucho más difícil que un artista "arrase"; es decir, que tenga un hit enorme tras otro, y que se convierta en una superestrella que decenas de millones de personas en todo el mundo amen.

Puede que este superestrellato haya llegado para algunos artistas de la Gen-Z; pero, por lo general, su trayectoria ha sido muy corta, y enseguida han decaído. Que un cantante alcance el nivel de popularidad de Beyoncé, Rihanna o Taylor Swift parece prácticamente inviable.

Aunque artistas como Olivia Rodrigo o Sabrina Carpenter han tenido momentos espectaculares, no hay más que echar un vistazo a su número de streams para darse cuenta de que están muy lejos del pico de popularidad de sus predecesoras. Todavía es posible que den un paso más en su fama, pero es extremadamente improbable que acumulen el número de hits y la fortuna de aquellos que vivieron la época dorada de la industria musical.

Ese dinero, en cambio, se ha repartido para llegar a muchos artistas de nivel intermedio, que antiguamente no habrían tenido forma de impactar a la audiencia, pero que ahora pueden buscar los trucos para tener un buen número de fans que los apoyen. En una palabra: democratización.

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