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Hostelería: lloriqueos, explotación y terrazas de bar infinitas

Becaria opina de la situación actual de la hostelería y de los lloros de algunos propietarios.

Terraza [archivo]

Terraza [archivo]Pixabay

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El mundo de la hostelería no pasa por su mejor momento en cuanto a fama. Una buena parte de los empresarios de este gremio, la mayoría hombres, han sido siempre unos jetas, y a raíz de la pandemia y de la concatenación de crisis, se les ha visto el plumero. Qué digo plumero, ¡plumón!

Ahora todo les va mal menos la caja: entre cañitas, croquetas, cachopos, solomillos, paellas precocinadas, cafés, espirituosos, licores y otros garrafones de dudosa procedencia, cada vez que tocan sus pantallas de colores para cobrar, se queman los dedos y los billetes empiezan a volar. Desde la vuelta a la anormalidad de siempre, está siendo un sector muy favorecido económicamente, pero sus ilustres ollas exprés pensantes no dejan de berrear. Por geolocalizarnos, todos los baños se ubican al fondo a la derecha, y la mayoría de los propietarios de estos chiringuitos están empadronados en La Llorería.

El que no llora, no mamá

Y no precisamente leche de soja, desnatada o sin lactosa. La hostelería no se ha caracterizado por creer en la pandemia, pero se la ha pasado entera sangrando a Papá Estado. Durante la crisis del Covid-19, el sector hostelero fue uno de los mayores apestados con medidas que iban cambiando de un día para otro: restricciones horarias, cierres, barras precintadas y otras absurdeces como la prohibición del uso de servilletas para minimizar contagios. A raíz de esto, para compensar esta masacre a su economía, no les faltaron ayudas económicas para paliar los gastos fijos. Aunque se vieron más perjudicados muchos camareros y camareras, cocineros y obreros del café que estaban trabajando sin contrato para estos explotadores y no pudieron beneficiarse de los ERTES para ir tirando mientras durase el confinamiento y las posteriores restricciones. ¿Quién pagó a estas personas, sin trabajo de la noche a la mañana, sus facturas y su comida?

La pandemia de las terrazas de bar

Cuando por fin pudo abrir nuestra apreciada hostelería tras el confinamiento, se empezaron a desplegar en las calles terrazas por doquier frente a las que todo el mundo fuimos tolerantes. Dabas un zapatazo y tropezabas con un regimiento de mesas y sillas en cada esquina militarmente ordenadas aprovechando cada centímetro de las aceras, de los bordillos, colindando con bolardos, coches, papeleras y contenedores. Los meses pasaron, las medidas se relajaron y, en teoría, las terrazas debían empezar a decrecer para volver al paso normal de los transeúntes, pero no fue así. Las calles siguen sin ser nuestras, sino de la hostelería, en muchos casos sin un alma en ellas, obligándonos a quienes caminamos con las piernas, en muletas o en silla de ruedas, a hacer malabares para pasar entre esas amenazantes manifestaciones de acero y plástico en forma de mesas, sillas y sombrillas.

"Jetaempresaurio hostelero busca esclavos"

En los dos y pico últimos años, algunos señores hosteleros marca España están saliendo públicamente a denunciar que no encuentran obreros del café "porque la gente no quiere trabajar, prefieren quedarse en casa cobrando una paguita". Se ha visto también en la Feria de Abril de Sevilla, que no conseguían a gente para trabajar jornadas de sol a sol y en condiciones lamentables. Al igual que en gran cantidad de restaurantes y bares de la calle, tenían normalizada la esclavización y les sentó un poco mal la rebelión obrera. Sin la clase trabajadora no son nada ni nadie, no generan dinero y aún se han puesto a ofender lloriqueando. Y lo que es peor, algún obrero lobotomizado ha salido en defensa de estos gandules con olor a fritanga, whisky y manzanilla, pero eso lo dejaremos para otra misiva. Hosteleros 0 - Clase Trabajadora 1.

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