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El salario no emocional en política

El Congreso renueva los móviles a los diputados y gastará casi 1.600 euros de media por persona.

Teléfono móvil

Teléfono móvilPixabay

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Es sobradamente conocido el salario emocional entre el populacho de a pie, lo que percibe un trabajador que supuestamente le reporta felicidad y bienestar, y no es dinero: conciliación laboral, una máquina de café gratis o un futbolín en el rellano de la oficina. Una pantomima para hacernos creer que nos dan más pagándonos menos, pero quien sale mejor parada en esto de las retribuciones y el trabajo reconocido es la clase política: su salario no emocional sí que lo peta.

Una de las cosas que más feliz puede hacer a un currante es que la empresa le ponga un teléfono móvil, una costumbre poco extendida entre el empresariado español, donde en la mayoría de las empresas nos condicionan a usar nuestros móviles personales para labores de su cortijo. Más suerte han tenido en el Congreso de los Diputados, que recientemente les han renovado su flota de móviles; 550 iPhone 13 y 275 de Samsung por un importe de 1.232.734,69 euros, un gasto que solo han criticado Unidas Podemos y Ciudadanos. En la vida laboral real te tienes que dar con un canto en los dientes si consigues que te den para trabajar un smartphone, aunque sea un chino de la más baja gama o un Nokia con sistema operativo Windows Mobile si deciden tirar la casa por la ventana.

El erario público está para conceder a la clase política sus caprichos tecnológicos, valorado cada uno de ellos por encima del salario mínimo interprofesional de quienes se los pagamos. Algo falla en la ecuación de sacarte un riñón por detrás y por delante querer hacerte una lavativa en el corazón.

Hablando de llenar el buche, que en el Congreso de los Diputados las consumiciones cuesten muy por debajo que en cualquier antro hostelero de la vida real, desayunos a 1,15 € y cañas a 1,05 €, precios de risa a fecha de julio de 2022, no deja de ser anecdótico frente a viajar por el jeto a otros países con la etiqueta de "protocolarios" y en primera clase, así como dietas para los que viven fuera de Madrid aun teniendo casa en Madrid, y comer gourmet gratis por ahí; privilegios que tienen todos por el mero hecho de estar en sus escaños, al servicio de darnos más problemas que soluciones cuando pasamos por más baches que alegrías.

Y en otro orden de cosas, la condición de político debe de incapacitar por algún lado para tener que llevar chófer y aparcar sus grandes coches, también pagados con nuestro dinero, donde a ti te pondrían una infracción por incívico e inútil. En tu trabajo de currito mileurista no puedes faltar, retrasarte ni escaparte cinco minutos a la farmacia o a comprar unos tampones, pero en el escaño del Congreso de los Diputados puedes dormirte, decirle a la gente desempleada que se joda, pirarte si te entra la pataleta, dormirte, votar mal y jugar al Candy Crush, y ningún político pasará la noche en vela llorando por si al día siguiente le reducen el sueldo o lo echan del "trabajo". No sin mi puesto ni mi iPhone de última generación, señoría.

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