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San Valentín, fiesta de corneadores y cornúpetas

San Valentín es el día de los enamorados pero también es mentira, manipulación, sexismo, una guerra de sexos y machismo.

San Valentín, fiesta de corneadores y cornúpetas

San Valentín, fiesta de corneadores y cornúpetasPixabay

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Hoy es San Valentín y, como viene siendo costumbre con cualquier acontecimiento consumista, las tiendas llevan más de un mes decoradas con lazos y paquetes rojos, y globos con forma de corazón. Es como mezclar San Tontín con Navidad, pero todo inundado de rojo como si se hubiera escrito un crimen con frases de amor horteras.

Todo el mundo sabe que el 14 de febrero, Día de los enamorados, solo lo celebran cuatro ingenuos anclados en el siglo XVIII, que suelen ser los turulecos que van de la mano por calles estrechas y no se sueltan para dejarte pasar; también es una fiesta que algunos tampoco pasan por alto en el intento de a ver si al menos por una noche consiguen follar a cambio de una cena y un regalo de gama media, y, principalmente, se dejan los cuartos quienes tienen algo que ocultar, quienes sienten su conciencia sucia y los genitales embarrados por haber pernoctado con otra persona o personas a escondidas de la pareja oficial, aunque blanquear barato también está en auge en la búsqueda de la ruptura del clasismo en el "cornupetismo". Casi todo el mundo pone los cuernos, independientemente de su sexo, pero tienden a ser los hombres quienes utilizan esta festividad para blanquear la conciencia ensuciada. San Valentín también es mentira, manipulación, sexismo, una guerra de sexos y machismo.

Regalos blanqueadores de los cuernos

Sobre todo, San Valentín es un día para los que quieren limpiar su conciencia negra como el carbón sin pensar demasiado. Un regalo típico y de cuernos asegurados, es el de quien aparece con cara de pánfilo y un ramo de flores bajo el brazo, con una nota tipo: "Te amo, mi amor", "Juntos forever" o "Te quiero igual que ayer, porque más es imposible", más una cena con velas rojas para complementar, desde low cost hasta en el más caro de los restaurantes. Todo mentira, pero con algún interés oculto para simular fidelidad y eterno amor. Cuanto más grande y rojo todo, mejor; más amor.

Peluches con forma de corazón

No falla el peluche con forma de corazón o de oso rojo sujetando un corazón que lleva escrito: "Contigo en todo momento tengo el corazón contento", vendido en quioscos, chinos y en zocos tipo El Corte Inglés. Vergüenza ajena transversal. Cualquier persona normal saldría corriendo con un regalo así, pero una persona enamorada, normalmente una mujer, llora de la emoción al creer que eso es verdad y que la relación va en serio hasta el altar. "Red alert", y nunca mejor dicho: ese gandul te la está pegando.

Perfumes, regalos caros y cenas

Cuando los cuernos son múltiples o hay mucho cargo de conciencia, los regalos tienden a ser más caros y con más pantomima: perfumes de alta gama con connotaciones románticas, ropa de alta costura con corazones, aunque sea de Ágatha Ruiz de la Prada, y cenas con toda la parafernalia posible de amor de pega y hortera: globos, rosas rojas y velas haciendo la forma de un corazón en el centro de la mesa. Incluso hay restaurantes que ofrecen en sus menús de San Valentín carnes cocinadas también con forma de corazón. El horterismo llevado a la máxima humillación ajena.

Este año los cuernos son más tendencia que nunca gracias al culebrón montado entre Shakira y Piqué, una banda sonora que ahora abraza a muchas mujeres identificadas con la cantante y casi todas comparten en sus muros; una facturando y el resto sin percibir ningún tipo de comisión.

Sin ánimo de decepcionar a nadie, el corazón es un órgano muscular, el principal del aparato circulatorio humano, que para nada tiene la forma utilizada en la representación del amor. Otro año que os la vuelven a colar.

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