TODAS LAS COSAS BUENAS

Entrevista a Rufus T.Firefly: " Rosalía se está explotando artísticamente al máximo y es lo que más admiro de ella"

Entrevisto a Víctor Cabezuelo, la mitad junto a Julia Martin-Maestro del grupo Rufus T.Firefly. Hablamos, entre otros temas, de su disco Todas las cosas buenas y de Lux de Rosalía, dos de los mejores discos españoles del año.

Víctor Cabezuelo

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A veces este trabajo me regala momentos mágicos como poder sentarme a charlar durante media hora con una de las mentes más brillantes e interesantes de la música española, Victor Cabezuelo, el cantante, músico y productor detrás del grupo Rufus T.Firefly junto a la batería Julia Martin-Maeso. Ellos son las mentes detrás de Todas las cosas buenas, uno de los discos españoles más aclamados del año.

Ha sido un lujo poder charlar sobre la canción que le han dedicado a Triángulo de Amor Bizarro, sobre el proceso de creación del disco y sus influencias y sobre su trabajo como productor en el próximo disco de Ginebras. También hubo tiempo para hablar sobre las cifras en la música y sobre otro de los discos del año, Lux de Rosalía.

Quiero empezar hablando de otra banda: Triángulo de Amor Bizarro. Habéis versionado Estrella solitaria con Julia en las voces y, además, les habéis dedicado una canción de amor, He soñado que tocaba en Triángulo de Amor Bizarro. ¿Cómo surgió ese proyecto y qué significan para vosotros y para la música alternativa española?

Víctor Cabezuelo: Bueno, la canción de He soñado que tocaba en Triángulo de Amor Bizarro está incluida en Todas las cosas buenas, en la edición de vinilo. Lo que pasa es que no lo habíamos publicado en digital, entonces eso lo había escuchado poca gente.

Básicamente, coincidimos en un Vive Latino con ellos. Estuve hablando con Isa un ratillo; Isa me dijo cosas muy bonitas de Rufus, y pensé: “qué agradable es ver siempre a esta gente, qué buen rollo tienen, qué bien se lo pasan tocando, cómo les gusta esto, qué honestos son con ellos mismos”. Entonces me fui a la cama con ese pensamiento y soñé con ellos, soñé que tocaba con ellos de verdad. Me levanté superfeliz, en plan “joder, qué guay, qué bonito, qué bonito que esta sea tu visión de la música”.

Escribí cuatro tonterías que luego se quedaron en la letra, y más adelante, cuando estábamos haciendo el disco, hice la letra y dije: “quiero dedicaros una canción a Triángulo porque me encanta su forma de ver la música, y para mí son un referente de cómo hacer las cosas, de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer también”.

Después, Mushroom Pillow nos escribió porque estaban haciendo un recopilatorio con versiones de otras bandas en homenaje a Triángulo. Hicimos Estrella Solitaria, que es una canción que nos gusta mucho, y pensamos: “vamos a hacer el homenaje entero” y sacamos las dos canciones el mismo día. Y eso fue todo.

Y con tu faceta de productor, ¿te has planteado algún día producir a Triángulo?

Bueno, ellos tienen un productor muy bueno ya, Carlos Hernández, que es mucho mejor que yo seguramente. No sé si ellos quisieran algún día hacer algo, pero estaría encantado de currar con gente así, claro que sí. Sería un flipe, haríamos cosas muy guays.

Quiero hablar ahora de una canción del disco, Ceci n’est pas une pipe, que canta Julia, igual que en la versión de Triángulo. ¿Abrir a Julia como cantante te da un abanico nuevo de posibilidades, al tener dos voces y además una femenina?

Bueno, tendría que explorarlo ella. Yo estoy superabierto a que ella quiera explorarlo, por supuesto. Julia tiene una sensibilidad muy especial a la hora de hacer música, se nota mucho tocando la batería, pero también cuando hace canciones y canta. Para mí sería una rama que me molaría mucho que ella quisiera explorar. No se siente del todo cómoda porque se siente más cómoda tocando la batería, que es lo que mejor se le da, pero me gustaría que cantara más.

También me gusta mucho que no haya un cantante fijo en el grupo, que sea algo más abierto, como una especie de Fleetwood Mac, y que ahí pasen un montón de cosas. Me gusta porque amplía el abanico un montón. A muerte con que ella cante. De hecho, si el próximo disco lo canta ella entero y yo no canto nada, sería superfeliz. Me hace plantearme los discos de manera diferente; la presión va hacia otro lado, y me siento muy cómodo cuando ella canta.

Fleetwood Mac en lo musical, pero sin las peleas ni los líos entre ellos, ¿no?

Je, je, espero que no. Nosotros, como todas las bandas del mundo, siempre hemos tenido momentos más fáciles y más difíciles. Al final estás un montón de años juntos, y a veces hay fricciones o desengaños. Pero en general, lo más bonito de Rufus es que cada día nos queremos más, nos entendemos más y nos respetamos más. Es muy bonito poder compartir esto juntos, porque igual si no tuviéramos el grupo, cada uno se hubiera ido por su lado hace muchos años.

Siempre buscáis evolucionar con cada disco. ¿Crees que lo habéis conseguido con Todas las cosas buenas?

Yo creo que es diferente a nuestros otros discos, tiene un poco de todo. Hay partes que te podrían acercar a cualquiera de nuestros discos anteriores, pero ninguno suena igual a la vez. Ha habido un paso más allá en la producción. El hecho de grabarlo nosotros nos lo hizo plantear de otra manera. Creo que es el disco que mejor suena de todos los de Rufus; Manu ha aprendido mucho durante estos años y lo está haciendo sonar mejor que nunca. Además, tocamos mejor cada vez. Está siendo muy bonito.

Manu produce el disco y tú contaste que dijo que este era como un grandes éxitos de Rufus, pero con canciones nuevas.

Sí, tiene que ver con lo que te decía: suena mucho a cosas que hemos hecho y sabemos hacer. Manu bromeó diciendo que le parecía una especie de “grandes éxitos” de Rufus, con sus cosas rockeras, electrónicas y de synth-pop, pero todo con canciones totalmente nuevas.

¿Cuáles son "todas las cosas buenas" de las que habla el disco?

Bueno, yo creo que cada persona tendrá las suyas. Realmente es un concepto muy básico lo de todas las cosas buenas. Tiene mucho que ver con, en una semana de mierda, poder quedar con un amigo, tomarte una cervecilla y desahogarte.

También tiene que ver con dar un paseo con tu perro viendo el atardecer en Aranjuez, con cosas que te conectan con la vida de verdad. Cosas muy normales, supernormales, como darle un abrazo a tu madre. Son cosas sencillas, pero a veces no les damos la importancia que deberíamos, o no las colocamos en el lugar que merecen.

Para mí, este es un disco que parte de un contexto muy oscuro —como refleja Premios de la música independiente, que muestra claramente ese concepto—, pero que todo el rato mira hacia la esperanza y hacia todas esas cosas buenas que están ahí, que todos tenemos en algún momento, y que muchas veces nos sirven de amarre para poder seguir adelante.e.

Es un disco que mira hacia lo positivo, pero vivimos tiempos bastante convulsos, entre guerras y conflictos. Aunque la canción Canción de paz no tiene relación directa, ¿sentiste ese contraste?

Sí, a ver, no es casualidad. Al final, las canciones son la suma de los sentimientos que tenemos y acaban reflejándose en ellas. Creo que hoy en día es muy complicado no volverse loco. Es muy difícil ver imágenes terribles y, a continuación, un vídeo de alguien haciendo una tartita superfeliz. Es horrible, no lo puedo soportar.

Menos mal que tengo la música, porque me permite pasar diez horas al día pensando solo en eso: en música. Olvidar las redes sociales, olvidar —o al menos apartar un poco— todo lo que pasa en el mundo. No se trata de ignorarlo, sino de no dejar que ocupe toda mi cabeza, de no sentir que no puedo ni levantarme de la cama porque estoy totalmente deprimido.

De eso también quería hablar en Todas las cosas buenas: de que no puedes parar de moverte, aunque todo sea una mierda. Tienes que seguir haciendo las cosas en las que crees, seguir intentando aportar belleza al mundo, seguir intentando ser buena persona todo el rato. Es la única manera de que esto cambie.

¿Cuáles son las principales influencias del disco?

Pues no hay discos ni artistas concretos, porque este disco es muy amplio. Hay mucho de todo. Te puedo hablar de un montón de gente: de Jurted, de Triana, de Joseph Dies —que fue una inspiración muy grande en la batería de Hulk— o de los Smiths.

Hay un abanico superextenso, pinceladas de mucha gente en todo el disco. Es una especie de collage hecho de un millón de cosas que nos gustan.

De The Smiths intuyo que será por esas guitarras tan Johnny Marr ochenteras, ¿no?

Víctor Cabezuelo: Exacto. “La plaza” tiene líneas de guitarra muy inspiradas en ellos. Me gusta cómo Marr lograba que las canciones no rompieran con distorsión, sino con melodías preciosas y complejas que parecían sencillas.

El otro día publicaste en redes un alegato en contra de las cifras, criticando cómo a veces se habla más de los récords que de la música. ¿Qué querías expresar con eso?

Es algo muy personal. Creo que conecto con algunas personas en este pensamiento. A mí me dan igual las cifras, me dan totalmente igual. No las quiero para nada en la música, no me interesan.

Si yo me pongo un disco, lo que quiero es disfrutarlo, pensar en la belleza que tiene, en los sentimientos que me mueve. Me da igual lo que pase con él: si ha vendido millones de copias o si solo lo ha comprado una persona en Cuenca, me emociona igual. Y quiero que me emocione igual, no quiero estar condicionado por si es un disco famoso o no.

Además, me da muchísima pereza convertir la música en una especie de competición, en la que parece que alguien es mejor si ha vendido más, si ha llegado más lejos o si ha llenado más estadios. No creo que debamos hablar de mejor o peor, sino de discos que te llegan y discos que no te llegan, de trabajos más o menos resueltos.

Estos rankings, las competiciones, los millones de oyentes… al final todo se convierte en una cifra, y se vuelve muy inhumano. No estamos hablando de números, estamos hablando de personas que se emocionan con tus canciones. Diez personas emocionándose con lo que haces ya es muchísimo. Es muy fuerte si lo piensas: hay diez personas en Argentina que se ponen tu disco y lloran. Hay que darle muchísima importancia a eso.

Y no debería convertirse en una cuestión de números. Ahora lo estoy viendo con el disco de Rosalía: hay gente que, queriendo atacarla, pone cosas como "mira, en el segundo día se han desinflado las escuchas, no era para tanto". ¿Cómo que no era para tanto? Claro que lo es. ¿Qué más da que la gente lo escuche más o menos? Lo importante es la intención artística, el trabajo, la piel que te dejas en ese disco. Eso es lo que realmente importa.

Justo te iba a preguntar si tenía que ver con el caso de Rosalía, y que te ha parecido su último disco.

He visto muchos análisis del disco y quería ver cosas bonitas, pero solo encontraba comentarios sobre cifras. Me dio mucha rabia, porque me parece que así se le quita importancia al discazo que ha hecho.

A mí me parece un disco superbonito. Tengo la impresión de que Rosalía se está explotando artísticamente al máximo, y eso es lo que más me gusta y lo que más admiro de ella. Ha conseguido captar la atención de todo el mundo y lo está haciendo superbién. De repente tiene toda la atención y, además, dedica todos los medios que tiene a hacer un disco magistral.

Hay gente que tiene muchísimo dinero y no se lo gasta en el disco, pero ella claramente sí. Es un disco que ha debido de costar muchísimo dinero, pero para mí es dinero bien invertido: invertido en arte, en sentimiento, en emoción. Hay una mezcla exquisita de canciones, de sensibilidad y de detalle.

Me ha parecido un disco supersuperbonito, y además he aprendido mucho de él. Sigo aprendiendo cada vez que me lo pongo.

Y contratar tres días a la Sinfónica de Londres no debe ser precisamente barato...

No debe ser fácil, no. Pero, al mismo tiempo, también creo que es importante valorar muchísimo los discos que están hechos con bajo presupuesto. Hay discos que se han grabado con 5.000 o 6.000 euros y que llegan a tocarte el alma igual.

A veces se nos va un poco la olla con el éxito. Creo que el éxito nos condiciona a la hora de escuchar un disco, y eso es justo lo que no quiero que me pase nunca. Hay mucha gente haciendo cosas tan grandes como las que hace Rosalía, y eso no le quita valor a lo que hace ella, que tiene todo el del mundo.

Simplemente significa que hay muchos artistas que también deberían estar ahí, aunque no sean tan famosos o no hayan tenido la suerte de conectar con tanta gente. Pero están haciendo cosas magistrales igualmente.

Y eso es lo que me da rabia: esta especie de adoración del éxito, que me echa un poco para atrás y que tiene mucho que ver con todo lo de las cifras de lo que hablábamos antes.

Habéis presentado el disco con conciertos en los que el público llevaba auriculares. ¿Cómo surgió la idea?

La idea de todo esto de los conciertos con auriculares era enseñar el disco a nuestros colegas antes de que saliera. Pero queríamos tocarlo en directo, así que pensamos: lo ideal sería que viniera gente a nuestro local y les tocáramos el disco entero.

El problema es que no iba a caber mucha gente. Entonces se nos ocurrió lo de los cascos, porque era una manera de poder juntar a bastante público y que escucharan el disco bien. Si lo hacíamos en una sala, ya perdía ese punto íntimo, se volvía algo más impersonal.

Yo quería que fuera como en el local: que estuviéramos tocando y que hubiera gente sentada detrás de mí, rodeándonos, tranquilos, quizá tomándose un sándwich o lo que fuera, pero presentes, escuchando. Para mí era importante que escucharan el disco, y con los cascos no hay otra opción: lo escuchas sí o sí.

Fue muy bonito. Creo que la gente lo agradeció muchísimo y que esos conciertos se vivieron de una forma muy especial. Todavía hay quien nos dice: “Esto es de las cosas más bonitas que he presenciado”. Tuvimos además mucha suerte porque fuimos a sitios superespeciales, como el Jardín de Cactus, en Lanzarote, que es un lugar mágico.

Es algo que queremos seguir haciendo. De hecho, te digo una cosa: el otro día estuve viendo a Radiohead. Nunca había tenido sueños de este tipo, pero… no me gustó nada el sonido. Al menos donde yo estaba sonaba fatal, me pareció una broma de mal gusto. Y ojo, es mi grupo favorito, les tengo muchísimo cariño, respeto y admiración.

Pero fue un disgusto no poder entrar en su vuelo por culpa del sonido. Y pensé: este mismo concierto, tal y como está, lo haces con cascos… y a la gente se le va la olla. Sería el mejor concierto de la historia. Así que si algún día tenemos la grandísima suerte de poder tocar en un Movistar Arena o algo así, haré el bolo de Radiohead en el centro… y todo el mundo con cascos.

Te voy a preguntar por El mono de dos cabezas, tu proyecto junto a Manuel Cabezalí. Habéis producido el nuevo disco de Ginebras.

Sí, sí… bueno, te puedo contar que son maravillosas. Hemos flipado Manu y yo, que venimos de un sitio mucho más tradicional de tocar y de hacer canciones, y ellas tienen un talento, tío, que en cinco minutos cogen una acústica y te hacen un temazo.

Yo eso no lo sé hacer. No tengo ni puta idea de cómo se hace eso. Y ellas lo hacen, además, de una manera muy fina, muy irónica, muy bonita, muy llamativa… con supermelodías. No sé, hay una cosa que les dije durante la grabación, porque lo sentía así:

Durante muchos años ha habido un montón de grupos en España que queríamos ser los Beatles. Nos flipábamos, sabíamos todo lo que hacían los Beatles de memoria… y a ellas les da absolutamente igual. Y, sin embargo, creo que son las que más cerca han estado de ser los Beatles españoles.

Primero, porque hacen canciones aparentemente sencillas, pero que conectan con la gente directamente, con letras muy normales, muy cotidianas, que llegan fácil. Y además tienen esa facilidad de hacer, en dos minutos, un hit: una canción que se te pega a la primera. Ese tipo de cosas ellas lo tienen.

Siempre me han recordado mucho a la primera etapa de los Beatles. De hecho, yo les decía: “Bueno chicas, en este disco estamos haciendo el Revolver, nos estamos poniendo un poquito más serios, ¿eh?”. [Ríe]. Pero me encanta hacer esa comparación.

Entonces, ¿podemos decir que el sonido de su nuevo disco, sin perder su esencia, será más psicodélico o complejo?

No, ellas tienen otra película en la cabeza. Pero sí puedo decir que es un disco más crudo y más oscuro que los anteriores. Están creciendo, y la vida se complica al crecer. Han sabido reflejarlo muy bien en sus canciones.

Tienen tres temas que, para mí, son lo mejor que han hecho hasta ahora.

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