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MEJOR MAL ACOMPAÑADO QUE SOLO

Así es el Kodokushi o Muerte Solitaria, uno de los fenómenos más increíbles de Japón

Cada año, miles de personas mueren solas en el país nipón. Nadie las echa de menos, nadie las reclama. El olor a muerto es lo que suele alertar a los vecinos, quienes avisan a los escuadrones de limpieza, que acuden a esos hogares para limpiarlos y para rezar por sus difuntos.

-Kodokushi

Kodokushi Agencias

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La presentadora, cantante, actriz, estrella del porno y celebritie japonesa, Ai lijima, en el año 2000 publicó 'Platonic Sex', una autobiografía en la que radiografiaba las entrañas del, según ella, sórdido y oscuro mundo del porno, un mundo del que finalmente logró escapar.

Este libro vendió dos millones de ejemplares en Japón. Un éxito rotundo que la catapultó al Olimpo de la fama nipona. Pero un día, en la planta 21 de un rascacielos de Shibuya, encontraron su cuerpo sin vida. Llevaba una semana muerta. Tenía 36 años. Unos dicen que fue neumonía, otros VIH, otros la Yakuza.

El de Ai lijima fue el primer gran caso mediático de Kodokushi. lijima murió en 2008, año que el diccionario Koljien acuñó este término. Ni si quiera todo ese éxito, fama y dinero pudieron impedir que muriera sola, para más inri, la noche de Navidad.

Un caso pre-Kodokushi que puso en alerta a todo el país fue cuando en el año 2000 se descubrió el cadáver de un hombre de 69 años tres años después de su muerte. Una vez se agotó la liquidez de su cuenta bancaria y las facturas de gas, luz, ... no pudieron ser cobradas por el banco en el que las tenía domiciliadas, la policía fue a su casa y se topó con una imagen tan triste como dantesca, un esqueleto que había sido devorado por todo tipo de insectos. Lo normal en estos casos es que el olor a muerto hubiera alertado a los vecinos, pero el nivel de soledad de este hombre era tan abrumador, que ni siquiera tenía unos vecinos a los que poder alertar.

Este es un claro ejemplo de Kodokushi en el que es necesario recurrir a la industria de la limpieza especializada o Tokushu soji, que está reproduciéndose en Japón como una gigantesca plaga. Estamos hablando de más de 4000 empresas y de unos cuantos miles de millones de euros al año. Un fenómeno perfectamente entendible en un país obsesionado con la limpieza y el orden. A muchos nos vienen a la memoria esos reportajes que vemos cada año con niños organizándose para limpiar sus propias escuelas. O la tradición Osoji, consistente en hacer una limpieza ultra-extrema de tu casa antes de final de año.

Calculan que en una década el número de empresas Tokushu soji se habrá duplicado. Lo peor es que algunas compañías de seguros ofrecen a sus clientes compensaciones en caso de que sus inquilinos mueran solos. Y como suele suceder en el Imperio del Sol Naciente, estos actos de barbarie capitalista suelen estar compensados con otros de carácter espiritual. Ya que tras la limpieza doméstica post mortem, estas empresas realizan otra limpieza de carácter ritual y rezan por el alma del difunto.

Estamos hablando de cifras astronómicas. El Kodokushi se lleva por delante una media de 30.000 personas al año en Japón. La mayoría, sin amigos, sin familiares y sin dinero que les permitan vivir, en su propia casa o en una residencia geriátrica. La burbuja financiera e inmobiliaria de finales de los 80 generó una cantidad infinita de contratos basura, y por lo tanto una cantidad infinita de jubilaciones miserables.

Y todo lo contrario, una sociedad workalcohólica como la nipona que termina viviendo por y para las relaciones con la empresa y marginando al resto de relaciones, que van desintegrándose con el paso del tiempo. También hay que añadir que los japoneses son muy tendentes al aislamiento social. Un ejemplo de esto son los famosos Hikikomori.

La vergüenza social por culpa de una serie de expectativas no cumplidas. La posibilidad de provocar algún tipo de incordio al conciudadano. Las causas que pueden estar relacionadas con la existencia del Kodokushi dan para varios libros y no para un pequeño artículo. Hay que decir que este fenómeno no es exclusivo de Japón. En España, por ejemplo, una de cada diez personas no comparte techo, y el 42% de estas personas son mayores de 65 años. La soledad acecha. Así que si veis un buzón vomitando folletos publicitarios, y sabéis que quien vive ahí, vive solo, sola, y además es alguien de cierta edad, ya sabéis.

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