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TAN BONITO QUE DAN GANAS DE LLORAR

Dos amigas, dos culturas, fotografías increíbles y mucha filosofía en el libro de Laura Carrascosa Vela y Xirou Xiao

Laura Carrascosa Vela y Xirou Xiao ilustran su amistad intercultural en 'Como la casa mía'. Un libro fotográfico que, aunando algunas de las fotos que Laura ha hecho a Xirou a lo largo de varios años de conocimiento mutuo y complicidad y textos de la artista china en un incipiente español cargado de bellísimas incorrecciones y sentimientos poderosos, forma un conjunto de enorme peso simbólico. Hablamos con Laura Carrascosa sobre este proyecto capaz de arrancar el llanto en cada página.

-Como la casa mía

Como la casa míaLaura Carrascosa Vela y Xirou Xiao

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Laura Carrascosa Vela nació en 1993, ha compaginado los estudios de Filosofía y Fotografía Artística, es diplomada en Estudios Chinos y, entre otras cosas, ha llevado a cabo junto a la artista Xirou Xiao el libro ‘Como la casa mía’, publicado en mayo de 2019. No se trata sólo de una recopilación de fotografías excelentes, que también, sino que estamos ante un proyecto con multitud de capas artísticas y sentimentales capaz de quitar el aliento.

Coeditado por Gonzalo Golpe y publicado por Delpine, es un fotolibro tan sencillo como preciosista estéticamente donde el diseño de Underbau y el formato vienen limpios, cuidados, llenos de detalles sorprendentes y emoción sostenida. Desde la portada, el color mandarina y el dorado nos ofrecen un saludo que ya viene en sí cargado de simbología y narrativa: “El libro es mandarina por fuera como si fuese una especie de cáscara” explica Laura, “a Xirou le encantan las mandarinas y desde que nos conocimos estuvieron presentes. En China simbolizan paz y suerte.”

“Al principio del libro las vemos lejanas, en un árbol... Le recuerdan a su hogar, a sus olores. Luego las lleva a casa o incluso juega con ellas y al final ya las porta en una bolsa como si, después de varios años en su nueva ciudad, ella fuese la dueña de su propia suerte. Para mí es un deseo que queremos compartir de esta manera simbólica... Nos gustaría que tuviésemos la oportunidad de ser quienes nosotras decidamos, de ser dueñas de nuestras vidas, de que no haya tantas diferencias ni normas. Además Xirou para mí es puro color y potencia, y el color naranja es esto.”

El proyecto, que empezó con un enfoque diferente orientado a retratar las costumbres de la comunidad china en Madrid, dio un profundo giro cuando tuvo lugar el encuentro entre Laura y Xirou: “A Xirou la conocí cuando estaba empezando a acercarme a la comunidad china de Usera y me cautivó. La manera en la que hablaba me transmitía muchísima pasión, ganas de experimentar y vivir, un corazón enorme y muchísima fuerza que compartir. Siempre dije que me pareció inocente como una niña y sabia como una anciana.”

Esas sensaciones se palpan en cada página que, acompañadas de los textos llenos de pureza y profundidad de Xirou, se agarran al pecho arrancando poderosos suspiros. El punto de vista filosófico y vital de ambas, así como la intensa atmósfera creada a raíz de su amistad, quedan plasmados a la perfección: “A veces siento que hemos perdido la capacidad de asombrarnos por las pequeñas cosas,” reflexiona Laura, “de ver belleza en la rutina, de mirar las cosas con la cabeza vacía y los ojos bien abiertos… y nos falta la calma, la paciencia y la madurez de aquellos que por fin se sienten bien consigo mismos, que no tienen prisa. Me encantaba -y me encanta- pasar tiempo con ella e intentar representar en fotos todo lo que me estaba transmitiendo.”

La conexión a través de un sentimiento de desarraigo es posible. Laura, que normalmente hace fotos compulsivamente a todo aquello que le genera curiosidad como forma de relacionarse con el mundo, encontró en Xirou una ventana para asomarse a Oriente, cultura a la que Occidente apenas presta atención y que siempre quiso conocer: “Cuando empecé a estudiar Filosofía me llamaron la atención los filósofos taoístas por la manera que tienen de mirar los seres y los acontecimientos de manera distinta a la de los filósofos occidentales que me enseñaban, observando detalles cotidianos o gestos pero a su vez pensando el mundo como algo interconectado, es decir, viendo en lo más cercano o íntimo un reflejo de lo universal, eso sí, sin armar tratados filosóficos.”

“Me encanta el concepto wú wéi (無為), que habla de acción espontánea, hacer las cosas con una disposición natural, no forzar. Precisamente siguiendo estas ideas y por el curso natural de las cosas, el proyecto pasó de querer retratar a varios jóvenes a retratarla solo a ella. Pero al final vimos que no hablaba ni de un país ni de una comunidad sino de valores humanos, de conexiones, de amistad y del mismo acto fotográfico… No nos hicimos amigas y compañeras por nuestras nacionalidades, sino que nos hicimos amigas porque en un momento de búsqueda e incertidumbre nos sentimos comprendidas, nos vimos reflejada la una en la otra y nos entusiasmamos mutuamente. De todas esas energías e intercambios nacieron las ganas de crear algo.”

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