Manual del buen woke

Estados Unidos ha exportado al mundo el turbocapitalismo, la sociedad de consumo, la comida rápida, la obesidad mórbida y ahora lo woke, el fenómeno político de esta década. Traducido al español sería algo así como 'despiertos'. Personas activas políticamente que compiten entre ellas para ver quién tiene más conciencia social y a la vez es menos coherente. Un woke es un tipo o una tipa (hay que preguntárselo antes, porque asumir sus pronombres es una falta de respeto) que pide prohibir una canción de hace 40 años de Hombres G por su letra pero luego perrea temas de Ozuna o Maluma que hablan de azotar culos y usar a las tías como trapos.

Un woke es una persona que critica el cambio climático y el modelo de consumo pero luego se gasta la paga de sus padres en Shein, el fast food de la moda, que paga a céntimo por braga a sus trabajadores. Un woke se siente personalmente ofendido con cada titular aunque hable del hábitat de oso hormiguero. Si Marca saca más grande a Benzema que a Alexia Putellas en la portada del Balón de Oro, es machismo. Si el Sport saca más grande a Alexia (española) que a Benzema (francés-algerino), es racismo

Es aquel que utiliza términos como basuraleza o sologamia en una conversación sin ruborizarse. Un woke es un vegetariano que se alimenta de Yatekomo porque no le gustan las verduras ni las legumbres. Un woke se pregunta por qué una víctima de un delito tiene que presentar pruebas en un juicio si ya es víctima. Un woke se indigna con un biopic de Julio César por no ser racialmente diverso. Un woke es básicamente un adolescente intentando hacer sociología después de leer un tweet. Son así y hay que quererlos porque ellos van a pagar nuestras pensiones.

Red Flags, asi es la provocadora serie adolescente que no dejará indiferente a nadie

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