INDUSTRIA MUSICAL

Precariedad musical en la era de TikTok, el streaming y los macrofestivales: los cachés de los artistas

La locura del exceso de festivales este verano, el cierre de salas pequeñas tras la pandemia, la publicación de los cachés de artistas en fiestas populares y un hilo viral de Víctor Cabezuelo de Rufus T. Firefly desatan un debate sobre la situación actual de la industria musical en nuestro país.

 C. Tangana, durante el concierto de la tercera jornada del Festival Arenal Sound

C. Tangana, durante el concierto de la tercera jornada del Festival Arenal Sound EFE/Doménech Castelló

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En la primera parte de este artículohe hablado en profundidad de la burbuja de los festivales en España. Pero se me han quedado en el tintero muchas cosas por comentar y voy a hacerlo aquí.

En medio del exceso de macrofestivales, del cierre de pequeñas salas por la pandemia y de la dificultad que tienen pequeños eventos autogestionados para sobrevivir varias noticias han generado un debate en redes sociales sobre la situación actual de la industria musical.

Han sido numerosos medios los que han publicado los cachés que tienen muchos artistas por actuar en fiestas populares. Por mencionar alguna de esas informaciones se han hecho públicas las adjudicaciones de los contratos de los conciertos que artistas nacionales e internacionales ofrecerán en la Plaza Mayor de Valladolid durante las fiestas que tendrán lugar la primera semana de septiembre.

Los cachés oscilan entre los 23.000 euros que cuesta la actuación de Edurne y los 333.960 euros del estadounidense Jason Derulo. Entre ellos tenemos a Ska-P + La Regadera cobrando 152.460 euros, el grupo de rock The Hives que se embolsará 96.800 euros por su actuación el 10 de septiembre.

El caché del cantaor flamenco Miguel Poveda es de 71.415 euros, el de Amaia Romero + Cariño de 72.600 euros, el de Marta Sánchez de 42.350 euros, el Don Patricio de 36.300 euros y el de Carlos Sadness de 33.800 euros.

No estoy criticando el caché de esos artistas ni que los ayuntamientos se gasten dinero porqué actúen en sus fiestas. Me parece genial que se produzcan este tipo de eventos y las fiestas populares son una forma fantástica de que la gente pueda ver cultura gratis en sus ciudades y pueblos sin necesidad de tener que ir a Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia.

Ha sido a raíz de que los cachés de distintos artistas empezaran a correr como reguero de pólvora por Twitter que Víctor Cabezuelo, cantante de Rufus T, Firefly y productor músical, ha querido dar su opinión sobre el tema. En un soberbio hilo de Twitter que ha sorprendido a muchos @viticli ha querido arrojar algo de luz sobre el tema de los caches, sobre las miserias de la industria de la música y la precariedad a la que se enfrentan muchos artistas y bandas pequeñas.

Su grupo cobraba sólo 1000 euros por tocar en festivales lo que descontando los gastos hacía que apenas se llevaran 40 euros por músico a casa.

"Y si le cuentas a la gente en qué condiciones viaja una banda con ese caché, directamente no se lo cree nadie", ha apuntado el grupo Veintiuno.

"Me ha sorprendido bastante lo de los 1.000 pavos… Nunca pensé que un grupo como vosotros ganara esa mierda en comparación con el curro que lleváis detrás y lo que demostráis en directo. Sinceramente pensaba que por menos de 6.000 no os movíais de casa (y hablo de época magnolia)", han escrito @GorilaFlo, una banda pop rock de Madrid.

Sobre todo esto hemos seguido charlando conJero Romero, mánager de varias bandas y bloguero musical y por otro Beatriz Blanco, consultora y directora de proyectos en la industria musical.

Esto es lo que tiene que decir Beatriz Blanco sobre como sobreviven hoy en día los músicos en nuestro país: "Actualmente es muy difícil vivir de la música, es algo que llevamos viviendo mucho tiempo. Desde que la venta de los discos dejo de ser una realidad, los grupos tuvieron que ver nuevas modalidades para ganar dinero, a partir de entonces lograron ganar dinero a través de los conciertos, giras y festivales, pero esto se convirtió en un hito que ocurría durante un determinado rango de tiempo, dejando el resto de meses viviendo de lo que habían podido ahorrar de esos meses de trabajo".

Desgraciadamente son pocos los que consiguen vivir de la música a tiempo completo como señala Beatriz que asegura que "la mayor parte de grupos con los que he trabajado, tienen un trabajo diario que es con el que logran sustentarse, pocos grupos actualmente son capaces de vivir de la música, se cuentan con los dedos de una mano, y a la mayoría, les has costado mucho trabajo, y años de carrera para poder permitírselo.

Por su parte Jero Romero menciona también la baja venta de discos y señala directamente al streaming: "El cambio de modelo con la dependencia del streaming está haciendo que para muchos grupos sea complicado poder sacar beneficios tras pagar a un productor, promoción y algunos anuncios en redes sociales (sin contar la parte de las copias físicas)".

Además recuerda la importancia que tiene para la industria musical y la cultura en general que exista un buen circuito de salas y pequeños conciertos. "Con todo, no ayuda encontrar que tras la pandemia muchas salas han cambiado condiciones y otras han cerrado, por lo que el circuito para bandas pequeñas o medianas son más reducidos y es más complejo entrar", asegura.

Pero esta precariedad musical no es algo que afecte sólo a los músicos y Beatriz apunta también a todo el resto de personas que trabajan en la industria. "No solo a los grupos les cuesta vivir de la música, a los técnicos, camareros, personal de seguridad, Etc, también les cuesta poder vivir de la música actualmente. Incluso a los managers, personal de prensa y comunicación, los cuales están supeditados a los lanzamientos y conciertos para poder ganar dinero", sentencia.

Al final nos va a quedar un panorama en el que solo tendremos macrofestivales y fiestas populares, un panorama en el que sólo unos pocos podrán vivir de la música, un arte que desgraciadamente muchos tienen que compaginar con otros trabajos para comer. Un panorama con 10 euros de gastos de gestión, con cada vez colas más cortas en las puertas de las salas de conciertos y cada vez colas virtuales más largas para conseguir entradas de artistas como Coldplay o Harry Styles.

No sé cuál es la solución a todos estos problemas pero parece claro que nuestra industria musical y nuestra cultura va a ir yendo a peor si seguimos por este mismo camino sin hacer nada. Si seguimos teniendo más en cuenta los likes que las canciones, las reproducciones que las letras, si continúan cerrando las pequeñas salas, si los festivales independientes no pueden sobrevivir, si los conciertos desaparecen de muchas ciudades de España que no sean Madrid o Barcelona, si muchos grupos continúan cobrando una miseria por abrasarse a las 18:00 de la tarde en el macrofestival de turno nuestra industria musical ira poco a poco muriendo.

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