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QUERIDAS PAULAS DEL MUNDO...

Las feministas odiamos el amor que duele (si duele, te lo están haciendo mal)

Rara vez se cuestiona a un hombre por sus fracasos sentimentales. Mira estos días la prensa rosa. La cara de Paula Echevarría es la que aparece en primer plano en las portadas tras separarse de David Bustamente. Él es un atrezzo. Ella, la mujer sobre la que cae el drama. Queridas Paula (Paulas del mundo), si el amor te duele es que no te lo están haciendo bien. Las feministas también odiamos ese amor.

-Paula Echevarría graba la penúltima secuencia del capítulo 52

Paula Echevarría graba la penúltima secuencia del capítulo 52antena3.com

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Si algo hemos aprendido a través de la crítica feminista al concepto de amor romántico es que el amor no lo justifica todo. Romeo y Julieta no son arquetipos a imitar sino a evitar. Independientemente de nuestras lecturas sobre la lucha de clases, el feminismo o la pereza que nos da ' 50 Sombras de Grey ', continuamos consumiendo un modelo romántico desigual para mujeres y hombres.

Vivimos el amor entre el mandato y la práctica personal. Es decir, entre la presión cultural y lo que hacemos, en nuestra intimidad, con esos mensajes, estereotipos y modelos de consumo.

Romper con los discursos dominantes sobre las relaciones sexo-afectivas supone analizar el ideal del amor como sentimiento todopoderoso, basado en la exclusividad sexual (monogamia), la entrega al otro a través de continuos sacrificios y la pasión infinita. Hay gente que vive este modelo y es feliz. O al menos, se conforma.

Pero otras personas nos sentimos frustradas e insatisfechas al aceptar por defecto este tipo de creencias sobre cómo debe ser el amor. En nuestro intento de obedecer las reglas, evitamos cuestionar los papeles de género que se establecen en la pareja e iniciamos a menudo una relación sin apenas conocer nuestras necesidades, demandas, intereses y la existencia de otras opciones. Hay parte de injusticia y parte de torpeza. Veamos.

El amor se organiza en nuestra sociedad desde la heteronormatividad, es decir, incide en la idea de que mujeres y hombres establecen una relación de complementariedad. Esto, que aparentemente puede resultar inofensivo, estructura las relaciones de poder dentro de la pareja.

Así, como recoge la antropóloga Mari Luz Esteban en su libro 'Crítica al pensamiento amoroso', perpetúa la imagen de que son las mujeres el sujeto estrictamente romántico y, por tanto, quienes deben construir su identidad desde la competencia del amor y del cuidado. No es de extrañar que allí y cuando las mujeres fracasan o se rebelan ante este rol se las someta socialmente a un continuo examen.

Las locas, las putas y las putas locas feministas nos enfrentamos a menudo a castigos, más o menos explícitos, al desafiar el concepto de amor y cuidado tradicional. O dicho de otra forma, cuando apostamos principalmente por nuestra autonomía y libertad, especialmente a través de nuestra profesión y relegando la pareja o la familia a un segundo plano (o incluso proyectando un absoluto rechazo).

Sin embargo, los hombres tienden a vivir desde otra posición la práctica romántica, dado que ésta no constituye el eje central para la construcción de su identidad. Ellos no se entregan per se, sino que presuponen que siempre habrá una mujer (pareja, hermana, madre, trabajadora doméstica o trabajadora sexual) que les ame y cuide.

Rara vez se cuestiona a un tío por fracasar en sus relaciones de pareja. Lo podemos observar continuamente en la prensa rosa. Sin ir más lejos, es la cara de Paula Echevarría la que aparece en primer plano en las portadas de las revistas ante su reciente separación de David Bustamente. Él es un atrezzo. Ella, la mujer sobre la que cae el drama.

Tampoco la Santa Inquisición De Las Buenas Costumbres persigue a ningún tío que pase de tomarse una excedencia para dedicarse a su familia. Se le excusa y se centra la atención en la mujer: todavía hoy se justifica nuestra falta de opciones en un instinto maternal… que no existe.

Detectada la injusticia del sexismo, toca remar con la torpeza. Aprender a construir una pareja fuera de los convencionalismos sigue siendo una tarea pendiente en jóvenes y adultos. Nadie compra amor en el Corte Inglés, pero allí siempre podrás contemplar una gran gama de parejas que disimulan su abatimiento, desilusión y tristeza entre productos de marca y pollos descabezados.

No existe ningún elixir para crear amores perfectos. No obstante, sí que podemos generar una lluvia de ideas sobre qué compone un amor saludable: atracción sexual, complicidad, compromiso, comunicación y negociación asertiva.

Suena simple, pero no te confundas: el amor se hace sin mitologías.

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