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El mundo cutre de los sexshops y el antierotismo

Becaria escribe sobre el mundo de las cabinas eróticas de los sexhops, los disfraces eróticos y la gente que tiene sexo con calcetines.

Foto de archivo de un Sex Shop

Foto de archivo de un Sex ShopPhoto by Gabor Papp on Unsplash

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Indagando en un portal de videos porno he caído en la sección amateur y he apreciado con cierto disgusto en mi botón y sus prolongaciones nerviosas, cómo más de una pareja heterosexual follaban con total normalidad en un lecho infame y con los calcetines puestos. Ellas parecían disfrutar, pero la confirmación del placer sólo la tenemos con el disparo seminal de ellos. ¡Lecharazo va! De repente, ahí sin avisar y los calcetines hasta la mitad de las espinillas. Menos mal que el porno casero visto en la pantalla no huele, porque tiene que cantar eso que da gloria. No sé qué es peor, si quien exhibe sin pudor el antierotismo de su vida sexual subjetivamente repugnante o los 5.472 espectadores que posiblemente se han estado masturbando mientras consumían este material videográfico. El lado cutre del follar es tendencia y cuando la leche en el escroto aprieta, todo estímulo vale.

El mal gusto follando va siempre unido a lo cutre. Si buscas disfraces eróticos en AliExpress, raro es el atuendo de profesiones con connotaciones sexuales que no baje de cientos de ventas. Por horrorosos y de mala calidad que sean, los chinos lo petan con sus mercaderías golfas: bomberos, enfermeras, profesores, policías, auxiliares de vuelo, dominatrix de plasticazo, arneses de perro, potros y caballos, para ellas con el culo y las tetas al aire, y para ellos con el badajo fuera, para el que tenga la suerte de que le pueda colgar algo. La línea que separa lo circense de lo erótico es casi inexistente, lo mismo que a unos les sirve para reírse, a otros les encaja para empinarse y correrse. Decía hace poco Miguel Bosé en El Hormiguero que "en la Transición había más libertad", en esa etapa negra con la herencia de Paco caliente. Me gustaría verlo en aquella época intentando comprar unas pesas de cuero y metal para el estiramiento de los testículos con la misma facilidad que pueden conseguirse hoy día y sin consecuencias en un calabozo. Dicho sea de paso, las ideas fascistas siempre han sido lo más cutre dentro del erotismo.

Hablando de sexo y placer caducado, sorprende la cantidad de sexshops que mantienen en sus locales las cabinas eróticas para ver cine porno en soledad o en compañía y con posibilidad de interaccionar con otros usuarios desconocidos en habitáculos y pasillos lúgubres con olor a lejía y dispensadores de papel del culo en las paredes. Después de varios días de observación en fechas y horarios alternos, en mi diario de anotaciones destacan los usuarios de mediana y avanzada edad, estilismo de los tiempos del táctel, la bragueta a medio bajar y la mirada perdida. Destaca esto en una época cada vez más dominada por la inteligencia artificial y la robótica especializada en extracciones de semen para analizar, donar o masturbar, en la que permanece más vivo que nunca el lado cutre del follar, aunque, lamentablemente, no hay nada más cutre en el sexo que follar cuando a la otra persona no le apetece.

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