GRAMMAR SLAM

El error gramatical que costó millones a una empresa: todo, por no poner una coma

Escribir bien en el día a día no solo es recomendable, sino necesario para poder comunicarnos entre nosotros sin problemas. Si, además, consideramos los documentos legales, se vuelve algo imperativo. Y es que un error gramatical se puede transformar en un pago de millones de dólares.

Hombre escribiendo.

Hombre escribiendo.Pixabay

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Si sois un poco como yo, las funciones de editar mensajes en las aplicaciones como WhatsApp y Telegram son vuestras mejores amigas. De normal hago por escribir bien, pero nunca se sabe cuándo las prisas provocan que pulses un B en vez de una V, o una M en vez de darle al Espacio. Vivimos acelerados y a veces ocurre. Por suerte, la mentada función de editar nos da una segunda oportunidad para que el mensaje quede bien claro y no haya ni un atisbo de duda. Pero, ¿y si es un documento legal el que contiene una errata? Entonces el problema igual no es tan fácil de arreglar, como demuestran varios ejemplos a lo largo de la historia.

En el Estado de Maine, en una legislación en torno a las horas extra, una coma provocó un tsunami legal. Básicamente, una sección establecía algunas excepciones respecto a superar 40 horas semanales y, en el listado, faltaba una coma entre los dos últimos elementos: "empaquetar para enviar o distribuir". La ambigüedad que eso presentaba dio pie a que una empresa dijera "no hay que pagar horas extra a los que distribuyen nuestro producto", dado que interpretaban que "distribuir" formaba su propia entidad. Dicho de otro modo: no querían pagar horas extra a los camioneros. Los trabajadores denunciaron, un juez les dio la razón y la empresa acabó teniendo que pagar 5 millones en compensaciones. De paso añadieron varios puntos y coma para garantizar no pagar las horas extra a camioneros.

Entre otros casos destacados se puede mencionar cuando en Inglaterra se anunció desde la entidad gubernamental correspondiente que "Taylor & Sons" entraba en bancarrota… en lugar de "Taylor & Son", en singular. La primera estaba muy lejos de la ruina económica, pero aquel anuncio provocó que los clientes terminaran sus contratos y la empresa, finalmente, quebrara. El dueño denunció al gobierno y se acabó llegando a un acuerdo entre bambalinas para compensar un error que afectó a más de 250 trabajadores.

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